Otras maniobras anticatólicas
rechazadas por la opinión pública
Para
decir una palabra de lo que ocurrió después del período de 1530-1830, para lo
cual el análisis precedente proporciona claves, en 1853 los constituyentes,
invocando a Dios como “fuente de toda razón y justicia”, establecerán la
obligación del Presidente de ser católico y el sostenimiento del culto. Esta
nueva concesión a la catolicidad del pueblo argentino, fue de valor más
simbólico que real, pues ya se había instalado en las mentes la idea laicista
de un catolicismo restringido al ámbito personal plagado de ideas liberales en
lo político.
Un siglo y tres décadas
después, en los años ‘80, luego de la fallida experiencia del Proceso de Reorganización
Nacional, y en el retorno a la democracia partidista, políticos laicistas
ajenos a nuestra Tradición lograron abolir la primera condición. La segunda se
mantiene vigente, pero debemos permanecer vigilantes, pues las fuerzas
anticristianas procurarán borrar en la primera oportunidad esa reminiscencia
del estado católico.
Hoy en día, a pesar de dos
siglos y medio de acción perceptible de la Revolución en nuestra historia, se
conservan preciosas “mechas que aún humean”, de las que Nuestro Señor puede
valerse para darnos nuevamente su Luz, como en los tiempos de las grandes
intervenciones marianas, de la gesta milagrosa de San Francisco Solano, de la
constancia invencible de María Antonia de Paz y Figueroa y de la heroica
Reconquista.
Señaladas gracias que de
ningún modo se agotaron en nuestra etapa de nación independiente -¡muy por el
contrario!
Heredadas de ese pasado, continúan
vigentes expresiones de Fe y de Tradición, a comenzar por la toponimia. Hay síntesis de los dogmas de Fe, como la Ciudad de
la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires, o nombres
que nos traen la presencia de la Sagrada Familia, como el trayecto catamarqueño
Belén, San José, Santa María, que nos lleva desde de Todos-Santos de la Nueva
Rioja a los pies del Señor y la Virgen del Milagro, por rutas amparadas por la
Virgen de Luján pobladas de Cristos e imágenes marianas y de santos en las
calles, plazas y casas de familia.
En el plano axiológico, los
argentinos conservan trazos de una criteriología
moral tradicional a pesar de la Revolución en las costumbres, y un afín sentido jerárquico de la familia y de
las relaciones sociales.
La cultura general y las costumbres diarias
mantienen restos del perfume de otros tiempos en una Argentina de Fe que se manifiesta “de abajo hacia arriba”, como la
participación familiar en las festividades de Semana Santa y Navidad, con
los pesebres y villancicos; la vida pautada por el Bautismo, la Primera
Comunión, la Confirmación y el Matrimonio; el rezo diario en las escuelas laicas
del interior; la generalizada devoción a los Santos, la especial devoción al
Sagrado Corazón, al Santo Cristo y a la Virgen María, la vitalidad del rezo del
Rosario, las multitudinarias procesiones a los grandes santuarios marianos; la
honda conmoción por la muerte, y la oleada de simpatía y dedicación a la
persona de S.S., Juan Pablo II, y su sucesor, el Papa Benedicto XVI.
En el plano de la vida religiosa, a pesar del
progresismo, en los numerosos católicos practicantes y en la activa vida
parroquial, en las prácticas religiosas y la recepción de los sacramentos, la
catequesis que, con la colaboración de dedicados seglares, frecuentemente
jóvenes, sigue impartiéndose hasta los lugares más recónditos, la afluencia de
estudiantes a las instituciones educativas eclesiásticas y la influencia
tendencial de la arquitectura religiosa.
En lo que resta del estado católico, v.gr. los feriados
religiosos, los usos y costumbres públicos como el juramento por los Santos
Evangelios y el Tedeum en las fiestas cívicas, el sostenimiento del culto y la
existencia de jurisdicciones eclesiásticas oficiales en un estado laico.
Especialmente promisorias son
las reacciones populares que terminaron con los desbordes de gobiernos
avasalladores, repudiaron la guerrilla marxista y que se levantan con vigor
cuando se ofende a Dios o a su Madre.
Son éstos algunos aspectos
que muestran que, de acuerdo a las enseñanzas de San Pío X que citamos al
comienzo, la Cristiandad no sólo ha
existido sino que existe en
Argentina. En lucha, en medio de un ambiente cada vez más hostil que
intenta ahogarla, haciendo que los fieles no sean coherentes en su vida con las
enseñanzas de la Iglesia, y que acepten pasivamente la degradación moral y las
toxinas inoculadas por la TV, y otros medios de guerra psicológica
revolucionaria total. Esta “psy-war” mantiene anestesiada a la opinión pública,
pero en el momento menos pensado, algún exceso que revele la radicalidad del
odio anticristiano, puede despertar energías latentes en el alma argentina que
den lugar a una reacción.
Razones de Fe y de orden
natural nos dan la certeza de que la ofensiva igualitaria anticristiana, hoy en
auge, será derrotada, y de que volveremos a tener en nuestra patria “la paz de
Cristo en el Reino de Cristo, (…) la civilización cristiana, austera y
jerárquica, fundamentalmente sacral, anti-igualitaria y antiliberal” (cf.
Plinio Corrêa de Oliveira, “Revolución y Contra-Revolución”, parte II – La
Contrarrevolución – Cap. II).
Para ello luchamos en esta
Jornada, bajo el invencible auspicio e inspiración de Santa María, Auxilio de
los Cristianos.
Luis María Mesquita Errea
II Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana y la Familia
Cabildo histórico de Salta
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