miércoles, 17 de junio de 2020

Siglos de Fe..., 37a. nota (final): Otras maniobras anticatólicas rechazadas por la opinión pública




Nota 37ª (final)
Otras maniobras anticatólicas rechazadas por la opinión pública
Para decir una palabra de lo que ocurrió después del período de 1530-1830, para lo cual el análisis precedente proporciona claves, en 1853 los constituyentes, invocando a Dios como “fuente de toda razón y justicia”, establecerán la obligación del Presidente de ser católico y el sostenimiento del culto. Esta nueva concesión a la catolicidad del pueblo argentino, fue de valor más simbólico que real, pues ya se había instalado en las mentes la idea laicista de un catolicismo restringido al ámbito personal plagado de ideas liberales en lo político.
Un siglo y tres décadas después, en los años ‘80, luego de la fallida experiencia del Proceso de Reorganización Nacional, y en el retorno a la democracia partidista, políticos laicistas ajenos a nuestra Tradición lograron abolir la primera condición. La segunda se mantiene vigente, pero debemos permanecer vigilantes, pues las fuerzas anticristianas procurarán borrar en la primera oportunidad esa reminiscencia del estado católico.
Hoy en día, a pesar de dos siglos y medio de acción perceptible de la Revolución en nuestra historia, se conservan preciosas “mechas que aún humean”, de las que Nuestro Señor puede valerse para darnos nuevamente su Luz, como en los tiempos de las grandes intervenciones marianas, de la gesta milagrosa de San Francisco Solano, de la constancia invencible de María Antonia de Paz y Figueroa y de la heroica Reconquista.
Señaladas gracias que de ningún modo se agotaron en nuestra etapa de nación independiente -¡muy por el contrario!
Heredadas de ese pasado, continúan vigentes expresiones de Fe y de Tradición, a comenzar por la toponimia. Hay síntesis de los dogmas de Fe, como la Ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires, o nombres que nos traen la presencia de la Sagrada Familia, como el trayecto catamarqueño Belén, San José, Santa María, que nos lleva desde de Todos-Santos de la Nueva Rioja a los pies del Señor y la Virgen del Milagro, por rutas amparadas por la Virgen de Luján pobladas de Cristos e imágenes marianas y de santos en las calles, plazas y casas de familia.
En el plano axiológico, los argentinos conservan trazos de una criteriología moral tradicional a pesar de la Revolución en las costumbres, y un afín sentido jerárquico de la familia y de las relaciones sociales.
La cultura general y las costumbres diarias mantienen restos del perfume de otros tiempos en una Argentina de Fe que se manifiesta “de abajo hacia arriba”, como la participación familiar en las  festividades de Semana Santa y Navidad, con los pesebres y villancicos; la vida pautada por el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación y el Matrimonio; el rezo diario en las escuelas laicas del interior; la generalizada devoción a los Santos, la especial devoción al Sagrado Corazón, al Santo Cristo y a la Virgen María, la vitalidad del rezo del Rosario, las multitudinarias procesiones a los grandes santuarios marianos; la honda conmoción por la muerte, y la oleada de simpatía y dedicación a la persona de S.S., Juan Pablo II, y su sucesor, el Papa Benedicto XVI.
En el plano de la vida religiosa, a pesar del progresismo, en los numerosos católicos practicantes y en la activa vida parroquial, en las prácticas religiosas y la recepción de los sacramentos, la catequesis que, con la colaboración de dedicados seglares, frecuentemente jóvenes, sigue impartiéndose hasta los lugares más recónditos, la afluencia de estudiantes a las instituciones educativas eclesiásticas y la influencia tendencial de la arquitectura religiosa.
En lo que resta del estado católico, v.gr. los feriados religiosos, los usos y costumbres públicos como el juramento por los Santos Evangelios y el Tedeum en las fiestas cívicas, el sostenimiento del culto y la existencia de jurisdicciones eclesiásticas oficiales en un estado laico.
Especialmente promisorias son las reacciones populares que terminaron con los desbordes de gobiernos avasalladores, repudiaron la guerrilla marxista y que se levantan con vigor cuando se ofende a Dios o a su Madre.
Son éstos algunos aspectos que muestran que, de acuerdo a las enseñanzas de San Pío X que citamos al comienzo, la Cristiandad no sólo ha existido sino que existe en Argentina. En lucha, en medio de un ambiente cada vez más hostil que intenta ahogarla, haciendo que los fieles no sean coherentes en su vida con las enseñanzas de la Iglesia, y que acepten pasivamente la degradación moral y las toxinas inoculadas por la TV, y otros medios de guerra psicológica revolucionaria total. Esta “psy-war” mantiene anestesiada a la opinión pública, pero en el momento menos pensado, algún exceso que revele la radicalidad del odio anticristiano, puede despertar energías latentes en el alma argentina que den lugar a una reacción.
Razones de Fe y de orden natural nos dan la certeza de que la ofensiva igualitaria anticristiana, hoy en auge, será derrotada, y de que volveremos a tener en nuestra patria “la paz de Cristo en el Reino de Cristo, (…) la civilización cristiana, austera y jerárquica, fundamentalmente sacral, anti-igualitaria y antiliberal” (cf. Plinio Corrêa de Oliveira, “Revolución y Contra-Revolución”, parte II – La Contrarrevolución – Cap. II).
Para ello luchamos en esta Jornada, bajo el invencible auspicio e inspiración de Santa María, Auxilio de los Cristianos.
Luis María Mesquita Errea
II Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana y la Familia
Cabildo histórico de Salta
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