viernes, 29 de abril de 2016

El Alférez del Norte argentino: un alma de caballero en un hombre del Siglo XXI - Rincón de la Conversación

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 Paseo Alferez F 129 Avanzan los Camperos de S.S. Imagen039 venia con bandera

 Paseo Alferez F 095 El eje Iglesia Cruz Histórica frente al Cementerio Alto del Carmen BUENA  Alférez a cab Fiestas Patronales corrida 3 de febr

Los Alférez galopan y pasan ante los Santos Patronos, al frente de la Iglesia, En la procesión, el Alférez Mayor grita: -¡Venia! y todas las banderas relumbran al vuelo en honor de la Virgen y de San Sebastián

-De modo que nunca habías oído hablar de los alférez, salvo del Alférez de Aeronáutica! Se ve que poco has andado tierra adentro…, donde se conserva la Argentina auténtica, la que busca las diversas formas de excelencia acordes a los distintos ambientes y regiones.

-No, de ningún modo niego que también vive en Buenos Aires y en nuestras grandes ciudades, que tienen tanto de admirable. ¿Dónde hay parques como en Palermo, el Rosedal, el parque Urquiza, de Paraná, con su temible yaguareté, y tantos otros que embellecen y  matizan los centros poblados de este gran País?

La Argentina auténtica vive en todo su territorio. Sin conocerlo entero, estoy seguro de ello, pero tienes razón, es un buen tema de discusión.

Pero Alférez de los Santos Patronos, esa original adaptación del antiguo Alférez Real que conducía al combate las pequeñas fuerzas de los Cabildos y guardaba -en su casa- el Estandarte de la ciudad…eso no hay en todas partes. Que yo sepa, sólo en el Noroeste, pero me alegraría saber que no es así y si algún lector puede desmentirme le estaré muy agradecido. Pues el Alférez es un tipo humano noble, es un hidalgo de campo, de rancia estirpe criolla.

Por mis venas corre sangre de una noble santiagueña, de mi corazón la dueña, la más perfumada flor…, le canta el bardo criollo a su Señora madre.

Y ese Santiago que tiene al gran Aguirre cortando el aire con sus estocadas a los 4 vientos…, cuánta hidalguía, qué Madre de Ciudades!!

Sus fundadores sufrieron lo indecible, y es el origen de su grandeza. Los ataques de los indios, la escasez tremenda, el desgaste de las ropas compradas en Talavera de la Reina, reemplazadas por camisas de cabuya del campo. Lo cuenta Teresa Piossek en Poblar un pueblo… o en Los hombres de la Entrada. Su rigor histórico y ricos documentos… no hay novela que los pueda igualar en interés y suspenso… El tañido de un fierro para llamar a la tarde a la oración, a falta de campana… los rezos y los himnos cantados por los vecinos aprendidos en Castilla o Extremadura, de donde traían la imagen que luego volcarían, con el indio austero, con el negro laborioso y alegre, para levantar capillas blancas como copos de Palo borracho.

AguirreDe pronto, un Juan Gregorio Bazán, un Teniente de Gobernador de 4 abolengos perdido en una tierra casi irreal para un vasallo de Felipe II, hacía tocar el fierro a todo vuelo para convocar a aquellos hombrazos. -Señores, las tribus más belicosas se acercan embadurnadas con colores de guerra. Esta madrugada a las 5 partimos, y mañana les haremos frente, ayudados por los fieles Juríes, y al grito de “Santiago y a ellos!”, para salvar esta aldea de Dios perdida en miles de leguas, pues este islote es lo que resta en esta tierra de la cruz Redentora. El Divino Rey nos está viendo y pensando: si mis santiagueños me irán a fallar!… A su lado, el Apóstol caballero, nuestro Patrono, le dice: -Señor, si me dejas, parto en mi caballo blanco a darle fuerza a mis hombres, que son los Tuyos.

De esa pasta nacieron los Alférez. Los hay por todo el Norte. Son los que han nacido como esclavos de la Virgen o del Santo Patrono. En el caso de Sañogasta, aldea señorial que vio nacer el Primer Mayorazgo argentino, sus madres los consagran desde la más tierna edad al mártir San Sebastián, bajo la mirada bendita, maternal y protectora de la Virgen de Copacabana, Nuestra Señora de la Candelaria010 N S de la Candelaria y San Sebastián con multitud

Mira cuánto amor hay en ese pueblo de Alférez -o Alféreces, si prefieres la corrección gramatical al uso común. Esa es el alma del Alférez. Un gran amor, una gran dedicación,  una predisposición heroica a darlo todo en defensa de la Fe. Por eso son elegantes y desfilan con ese garbo, como diciendo sin jactancia: -aquí estamos! Somos pacíficos y respetuosos, pero queremos respeto a nuestras tradiciones!

La lectura y los estudios profundos requieren mucho tiempo sentados, pero no en la montura…, y los Alférez son gauchos, les gusta la acción. Correr las vacas en el campo inalambrable del Cerro, “cortar huella” sabiendo que por aquí pasó la yegua overa con el potrillo colorado, con el macho tinto y “el tostado”. Requiere mucha observación y haber nacido en eso. El Alférez es un hombre inocente. Tiene la sabiduría del niño, que admiraba el propio Nuestro Señor. Las cosas para él son simples, como aquel Kaunitz que prestaba servicios a la gran María Teresa de Austria, que le decía una vez a un jurisconsulto: “Perdón, Señor Doctor… No soy suficientemente abogado para no ver claro en este asunto…”

Estos pueblos tienen una densidad de caballos per cápita que no aparece en las estadísticas. Muchos son los niños que al año o dos ya han dado unos trancos a caballo ayudados por su padre o hermanos mayores. Más tarde, ¡quién los para!

Por eso, con el paso del tiempo, los contingentes de alférez crecen sin cesar. Algunos se vienen de lejos, andan varios días para poder estar en las fiestas para alegría de ellos y de todo el pueblo.

El Alférez es un pregonero implícito de una gran verdad enseñada por el Divino Maestro: “si no sóis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”…; ni aunque vengan degollando… dirían ellos.

Que la Virgen nos ayude  a tener el espíritu de lo maravilloso que caracteriza al niño, y que debemos mantener toda la vida (la suma de las edades…) , para valorar nuestras verdaderas y épicas tradiciones católicas caballerescas y toda manifestación de excelencia.


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