viernes, 16 de abril de 2010

El ideal cristiano de la Caballería - Notas en la festividad de San Jorge, Patrono de la Caballería

La Cristiandad al vivo...
VI JORNADA de CULTURA HISPANOAMERICANA por la CIVILIZACION CRISTIANA - A desarrollarse en Salta, los día 27 y 28 de agosto de 2010






¿Qué es la caballería? Es, ante todo, un ideal, dice León Gautier en su obra “La Chevalerie”, basada en el estudio de los cantares de gesta francos. “Es la forma cristiana de la condición militar. El Caballero, es el soldado cristiano”.
Nació del anhelo medieval de “la paz de Cristo en el reino de Cristo”, que San Agustín definió genialmente como “la tranquilidad en el orden”. En defensa de la paz y el orden verdaderos, el caballero empuña las armas, dispuesto a correr todos los riesgos por amor a Dios, el bien, la patria, la Cristiandad.
El fin de la caballería es extender las fronteras del reino de Dios, y sus leyes comprenden estos mandamientos:
Amar a Dios y practicar su ley
No retroceder
Hacer guerra sin cuartel a los enemigos de la Fe
Ser paladín del Derecho y el Bien y protector de los desvalidos contra la Injusticia y el Mal.
Suponía el heroísmo de toda una existencia y el deseo del Cielo.
La idea de Dios era el aire que se respiraba en la Edad Media,
centrada en la Persona divina y humana de Cristo, sus obras y milagros, quien se entregó por nosotros y nos dio su nombre, y por El nos llamamos cristianos.
“En todas las circunstancias de la vida, acariciando sus hijos en la gran sala del castillo o en pleno combate, elevan su pensamiento hacia el Dios que hizo el cielo y el rocío, que nació de la Virgen y se dejó clavar en santa cruz por nosotros” (ibid.).
Continuadores locales de la tradición caballeresca, los heroicos vecinos feudatarios que fundaron y sostuvieron la Argentina temprana tenían una concepción católica de la vida que dejó huellas profundas en los héroes de la patria.
Luchar denodadamente contra el infiel era la misión fundamental del caballero, a quien la épica presenta como capaz hasta de volver de la otra vida para cumplirla: “Si estuviéramos en paraíso, bajaríamos de nuevo para combatir los sarracenos”.



Fotografía de Santa Teresita en su infancia: “esta niña tiene el cielo en los ojos”, decía su madre. Su dulzura e inocencia se armonizaban con su combatividad por el bien.
Ideas afines de heroísmo por la Fe se encuentran, en tiempos modernos, en los escritos de Santa Teresita de Lisieux, Doctora de la Iglesia, que lamentaba morir en una cama y no en un campo de batalla en las cruzadas, y expresaba la felicidad de guerrear contra los herejes (cf. “Ultimas conversaciones”).
Pues las almas con espíritu de gesta comprenden los peligros que amenazan la Cristiandad, que los caballeros defendían contra el Islam y las herejías revolucionarias a costa de ingentes sacrificios como estar separados de la familia, el castillo y el terruño.

El Papa corona a Carlomagno Emperador del Sacro Imperio en la Navidad del año 800, modelo de gobernante católico y de guerrero
A la cabeza del reino cristiano se encontraban legendarios reyes bendecidos por gracias especiales. El primer rey franco bautizado aparece en los poemas épicos coronado por ángeles que le cantan, de parte de Dios: tú serás mi lugarteniente sobre la tierra y harás triunfar la Justicia y la Ley. De este modo era vista por todo el pueblo la misión de un gobernante católico, ajena a todo absolutismo monárquico…o democrático. Así, enseñaron los Papas, el reino cristianísimo fue “coronado por la mano del propio Dios de prerrogativas y gracias extraordinarias”.
Elogios semejantes podrían hacerse, proporcionadamente, de todas las naciones cristianas, forjadas por esforzados hombres de Dios, como San Gregorio Magno y San Bonifacio, y gobernadas por reyes santos y caballeros como San Fernando de Castilla, San Luis Rey de Francia y San Enrique, Sacro Emperador de Alemania.
En la Iberoamérica del Descubrimiento y la Conquista es a Isabel la Católica a quien se le debe que las naciones americanas nacieran cristianas. La que galopaba las leguas que fuera necesario para combatir infieles y asegurar la paz de su reino. La solícita protectora de sus vasallos indígenas y de todos los necesitados, nobles y plebeyos.
Procurando “el reino de Dios y su justicia”, “lo demás” se daba por añadidura. Como en la “dulce Francia” pintada por la Chanson de Roland, “tierra incomparable, valiente, encantadora, abundante en bosques, ríos y prados, doncellas y bellas damas, buenos vinos y caballeros temidos”.
De ella salieron las cruzadas, “gesta de Dios por los francos”, pues entonces, por obra de la Iglesia, “la Caballería ya estaba formada cuando el Beato Papa Urbano II precipitó todo el Occidente cristiano sobre ese Oriente donde el sepulcro de Cristo estaba en manos de los infieles…”
Roland, en la leyenda de los doce pares de su tío, el emperador Carlomagno, fue el perfecto héroe caballeresco, mientras que Godofredo de Bouillon lo fue de la historia. Era capaz de cortar en dos un camello con su espada, por la fuerza que le daba la virtud de la pureza de costumbres.
El mandamiento de no retroceder fortalecía al caballero, convencido de que: “más vale morir que ser llamado cobarde”. Si un solo cobarde puede descorazonar un ejército, el auténtico caballero se complace en el combate cuerpo a cuerpo, y en dar buenos lanzazos.
Cuando un caballero se degradaba, se volvía indigno de montar a caballo, por lo que se le cortaban las espuelas cerca del talón. Pues había traicionado el alto deber contenido en una “gran fórmula luminosa”: “Recuerda, caballero, que debes ser el defensor del Orden y el que castiga la Injusticia”.
* * *
Los guerreros católicos encarnaron el ideal de Caballería, cuya belleza se expresaba en magníficas armas, estandartes y caballos. Pero lo fundamental era su amor al bien y rechazo al mal, y la heroica dedicación al orden basado en los principios del Evangelio y el magisterio tradicional de los Papas.
Todo católico debe tener al menos algo del ideal perenne de Caballería para defender lo que resta de civilización cristiana y hacer lo posible por su restauración, en un mundo cada vez más trabajado por la revolución cultural, el hedonismo y la falta de ideales. Puede constituir una vocación específica para quienes sienten el llamado de consagrarse a esa causa.
Con ayuda de la Virgen, que en Fátima prometió el triunfo de su Inmaculado Corazón, el orden católico volverá a tener plena vigencia, para bien de la humanidad y gloria de Dios. Como lo expresó Santa Juana de Arco, que libró a Francia de los ingleses:
“los hombres combatirán y Dios dará la victoria”.



La lucha por el ideal de la civilización cristiana: reacción dirigida también contra los adversarios de hoy
La lucha doctrinaria y legal por los ideales de la Civilización Cristiana no puede ser un movimiento en las nubes, que combata fantasmas. Ella tiene que ser la cruzada del siglo XXI, hecha contra la Revolución anticristiana como hoy en concreto ésta existe y, por lo tanto, contra las pasiones anticristianas como hoy crepitan, contra las ideas anticristianas como hoy se formulan, los ambientes anticristianos como hoy se presentan, el arte y la cultura anticristianos como hoy son, las corrientes y los hombres que, en cualquier nivel, son actualmente los promotores más activos de la Revolución gnóstica e igualitaria mundial. Esa acción, la Contra-Revolución, no es, pues, una mera retrospección de los maleficios de la Revolución gnóstica e igualitaria en el pasado, sino
un esfuerzo para cortarle el camino en el presente.
(Texto inspirado en “Revolución y Contra-Revolución”, de Plinio Corrêa de Oliveira, ed. argentina).

Solicite ejemplares de este boletín a: civilizacioncristianaymariana@gmail.com


domingo, 4 de abril de 2010

Felices Pascuas adorando el "Lumen Christi" y luchando por Cristo Rey


Lumen Christi… * …Deo gratias

En la liturgia católica tradicional, el Sábado Santo a la noche la iglesia se encuentra envuelta en tinieblas aguardando la claridad del Redentor.
El sacerdote bendice el cirio pascual, símbolo de Jesucristo Resucitado y de la columna luminosa que guiaba en las negruras nocturnas a los hijos de Dios, a su difícil paso por el desierto, pues El es la “lux mundi”, luz del mundo que ilumina a todos los hombres y vence las tinieblas del pecado y el error.
El cirio pascual comunica su luz a la vela del celebrante, del clero presente y por último a la de todos los fieles, inundándose la iglesia de la luz sagrada que destierra la oscuridad.
Esta solemne ceremonia del Lumen Christi recuerda, también, la gesta de los apóstoles difundiendo el Evangelio por el mundo entero, sumido en los errores del paganismo, la conversión del Imperio Romano y el avance victorioso de la cruz en la Europa cristiana y en Oriente, en la Edad Media, y luego en el Nuevo Mundo, continuando adelante con las conversiones, martirios y luchas que caracterizan nuestros días.
El Lumen Christi sigue brillando en las almas y en la cultura verdaderamente católicas, y nunca se apagará, a pesar de la acción concertada de los hombres que, movidos por el poder de las tinieblas, intentan taparlo con la inmoralidad, el olvido de Dios y de su Ley, y el aberrante materialismo de la “sociedad moderna”. Sociedad sacudida por muchas crisis que –en el fondo- constituyen partes de una sola gran crisis: el proceso de la Revolución anticristiana, que acabará con el triunfo del Inmaculado Corazón de María previsto en Fátima (cf. Plinio Corrêa de Oliveira, “Revolución y Contra-Revolución”, Prólogo para la edición argentina; ibid., Cap. I).
En este Domingo de Pascua, emulando el coraje y la confianza de los cruzados y de todos los luchadores de la Cristiandad, pasados y presentes, proclamamos nuestro agradecimiento a Cristo Rey por el don de la civilización cristiana y por la posibilidad que El nos da de luchar en una nueva gesta por la Tradición, por el ideal de un orden político social basado en la ley de Dios, con instituciones y costumbres bendecidas por la luz de sus llagas, de su sangre preciosísima y de su inmolación.
Para que se cumpla plenamente su promesa:
“Vine para que tengáis la vida y la tengáis en abundancia” (S. Jn., X, 10).
Cristo vence, reina e impera, junto a María Reina, su Madre Santísima, que lo ofreció en sacrificio al Padre, al pie de la Cruz, por nuestra Salvación.

Muy felices Pascuas a todos nuestros queridos amigos.

Comisión Organizadora de la
VI Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana
A realizarse en Salta, el 27 y 28 de agosto del Año de Gracia 2010
civilizacioncristianaymariana@gmail.com