La histórica Plaza 9 de julio, con más de 4 siglos de historia |
Entre aljibe y
durmientes
La
plaza 9 de Julio le otorga
a
Salta su prodigio histórico
Por ANDRES MENDIETA
Los vecinos de la ciudad no
encuentran repuesta desde que se adoquinó la calle Bartolomé Mitre -en las
inmediaciones de galerías comerciales y el Museo de Alta Montaña- a que se
encuentran dos o tres trozos de maderas sin referencia alguna de su
significado.
Aquí
cabe acotar que con anterioridad se había anunciado algunos importantes
hallazgos registrados en la plaza mayor. En la esquina Mitre y Caseros en unas excavaciones
fueron halladas urnas funerarias, hallazgos que no tuvieron la resonancia
que se debía. Algo de más de los secretos que oculta “la plaza”
era un profundo pozo que servía para necesidades de los vecinos, como así un
aljibe. También se conoció que había un túnel del que nada se indagó.
En 1896 la Municipalidad encaró
la “reformas de ornato en el tabique y brocal del pozo” el que
continuó sirviendo hasta comienzos del siglo anterior.
El
aljibe que fue descubierto por obreros cuando operan para cimentar la base de
la imagen ecuestre del General Juan Antonio Álvarez de Arenales –prócer de la Independencia y
gobernador de Salta- y que fuera inaugurado el 26 de octubre de 1919
coincidente con el primer centenario de su fallecimiento.
Este paseo
nació con la misma ciudad aquel 16 de abril de 1582, cuando el licenciado don
Hernando de Lerma “mandó poner e se puso el dicho Palo, por Picota, en el
dicho hoyo que así está hecho e acostumbrado en las demás ciudades de estas
Provincias, Reinos y Señoríos de su Majestad en su Real nombre como mero e
mixto imperio y entera jurisdicción. Donde dijo que se señalaba e señaló que
fuese la plaza pública de esta dicha ciudad, y en medio de la cuadra de dicha
plaza, y que de hoy en adelante para siempre jamás se nombre e llama esta dicha
ciudad la Ciudad
de Lerma en el Valle de Salta…”. Mas adelante, en el acta fundacional
protocolizada por el escribano Rodrigo Pereira consigna puntualmente “que en
dicho Rollo o Picota se ejecute justicia públicamente contra los
delincuentes y malhechores…”
Este recreo trasunta desde hace
algún tiempo lo más soberbio de la espléndida ciudad que sintetiza
su grandeza y atracción turística que la llevaron a ser reconocida
como la “capital del norte argentino”.
Hagamos
primero un poco de su historia. La “plaza” o la “plaza de armas” como se la
llamaba era destinada para adiestramientos militares; lugar de tertulia de los
vecinos que se juntaban para dar oídos a la lectura de pregones; los bandos del
rey o del gobernador; los decretos del rey de España y de todo otro documento
trascendente llegado del Consejo de Indias o de la Real Audiencia de
Charcas; la realización de oficios religiosos y, entre otras cosas, como
escenario para representaciones teatrales.
Además
este lugar, en el periodo colonial, se utilizaba para ejecutar a criminales o a
insurgentes que ponían en peligro la gestión de gobierno y, como así también a
los festejos en homenaje a la proclamación de Carlos IV como rey de España.
Cuenta
Bernardo Frías que cuando se debía fusilar algún condenado la “ceremonia
era imponente”. Al parecer los vecinos se congregaban a la plaza
para asistir al cruento espectáculo. “La carreta salía del cuartel,
situado en los bajos del Cabildo, conduciendo las víctimas al suplicio,
sentadas en pobres sillas y confortadas en el trance por las exhortaciones de
un sacerdote que, con el crucifijo en la mano trataba de consolarlos y que se
conformaran con su suerte”. “Los militares –continúa Frías- no permitían por lo
común que se les vendara los ojos desafiando la muerte de pie y con los ojos
libres”.
A
la actual Plaza 9 de Julio en razón de las diversas transformaciones políticas
por la que atravesó la provincia se la fue cambiando de nombre, como la de “La Estrella”,
“Uriburu”, “Urquiza”, aunque inalterablemente
el pueblo la llamaba por “la
Plaza”
Los durmientes
No son pocos los que
acompañan de cerca los trabajos de excavación que se desarrollaron sobre la
calle Mitre entre Caseros y España para sustituir el pavimento por los
adoquines. La expectativa obedece a que en la obra se encontraron durmientes.
Aquí cabe acotar que a fines del siglo XIX los gobiernos provinciales se
esforzaron por lograr la prolongación del ferrocarril cuya estación terminal
estaba en Tucumán con línea provisoria hasta “Ruiz de los Llanos” y, con
posterioridad, a Metán Viejo, y luego hasta “Chilcas”, hoy Juramento.
.
Durante la gestión del doctor
Martín Gabriel Güemes (1886-1889) se acordó a la sociedad constituida por A.
Pretzel y Cía. el derecho de construir y explotar una línea férrea denominada
“Gral. Ferrocarril Sud Oeste de Salta”, en tres secciones: 1ª partiendo de la
ciudad de Salta, pasará por Cerrillos, Rosario de Lerma, Chicoana, Puerta de
Díaz, Viña y Guachipas, con un ramal a San Lorenzo. 2ª partiendo de Guachipas,
pasará por Conchas, San Carlos, Las Chacras, El Carmen, Molinos, Churcal y
Cachi, con un ramal de Cafayate a Conchas. 3ª partiendo de Rosario de Lerma
seguirá la Quebrada
del Toro por Puerta de Tastil hasta San Antonio de los Cobres.
El
20 de febrero de 1889 llegó a Salta el primer tren y a los efectos de
posibilitar que todos los vecinos pudieran apreciar la locomotora “La Salteña” que llegaba a
cargo de Antonio Saporitti se extendió una línea especial hasta la Plaza 9 de Julio.
Para concluir, dentro
de una gran fiesta el 2 de mayo de 1905 quedó inaugurado el servicio de tranvía
partiendo desde la Plaza
9 de Julio con destino a la
Estación del Ferrocarril.
Esta es la historia entre aljibe y durmientes que también conforman la historia
de Salta.
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