La Inmaculada Concepción es tan venerada por el pueblo argentino
que en tiempos de Belgrano se levantaba bandera de enganche
para pelear por las Provincias Unidas "bajo el amparo de la Inmaculada
Concepción".
Azul y blanco, el manto de la Inmaculada, son los colores de la Ssma. Virgen, según
consta ya en crónicas del siglo XVI (v.g. Relación de las cosas del Yucatán, de Diego de Landa). Son los colores de nuestra Bandera.
En nuestra Patria la Inmaculada es la Reina y Patrona, la Virgen de Luján, y también tienen rango patronal regional la Virgen de Itatí (ver foto), Ntra. Sra. del Valle de Catamarca, Ntra. Sra del Milagro, en Salta, y otras, que representan el misterio que la Santa Iglesia celebra el 8 de diciembre.
Continuamos con esta 2a. nota la publicación de la ponencia presentada en la Audiencia púbica del 9 de noviembre pasado en Salta "Una reforma que choca con la idiosincrasia e identidad del pueblo argentino".
También evoca el mismo himno provincial a
los heroicos caudillos que dieron su vida en defensa del federalismo y las
autonomías regionales, como el Gral. Angel Vicente Peñaloza, el Chacho, y
Facundo Quiroga, en que ese legado cultural estuvo tan presente que la bandera
federal aludía a la defensa de los valores religiosos. Pues eran tiempos en que
la ideología anticristiana de minorías centralistas que querían adueñarse del
país intentaban imponer leyes contrarias al sentir de la población.
Un dato poco conocido es que historiadores
tan divergentes en sus concepciones como José Luis Romero, liberal y
socialista, y Vicente Sierra, admirador de la obra misionera hispanoamericana y
su legado, coinciden en que la
idiosincrasia argentina se forja en el período fundacional (siglo XVI). Y
es obviamente una idiosincrasia católica. Esto explica que el argentino, y
dentro de él, destacadamente el norteño, sea un pueblo de mentalidad cristiana,
que se manifiesta desde un comienzo en las actas de fundación y en los nombres
de las ciudades.
Esta verdad histórica concuerda totalmente con
lo enseñado por S.S. el Papa Juan Pablo II al valorar que, a diferencia del
largo proceso evangelizador de la Europa romana y medieval,”las naciones iberoamericanas nacieron cristianas” (cf. Homilía
pronunciada en San Salvador de Bahía, Pronunciamientos del Papa en Brasil, ed.
Loyola, p. 192).
Nos encontramos en el marco del
Bicentenario, que no debe ser una evocación hueca de sentido ni prescindente de
la verdad histórica. Con la Revolución de Mayo tuvimos el advenimiento de
nuestro primer gobierno patrio.
Expresivo de esa mentalidad nacional, 260 años después del nacimiento de
Santiago del Estero, “Madre de Ciudades”, es el hecho de que la Primera Junta
dedicó su primera proclama a lo que
más interesaba: asegurarle a una población expectante el amparo y protección
del nuevo gobierno a “la conservación de nuestra Religión Santa” y la “observancia de las Leyes que nos rigen”
(reproducción facsimilar disponible online e impresa entre muchos otros por
“Historia de la Argentina” de Ernesto Palacio, Ed. Revisión, t. II, p. 8).
La
bondad de la ley era exigida por gobernantes y gobernados y por eso tuvimos el
País que tuvimos, que hoy, lamentablemente, con criterios tan
ajenos a ese “Bonum” por parte de quienes promueven la reforma, corre peligro
de sumirse en el caos de una ruptura total con su tradición jurídica.
Antecedentes semejantes que caracterizan
una identidad que hay obligación oficial de respetar, so pena de entrar en
colisión con las mayorías, encontramos en la propia Bandera Nacional, que en tiempos de Belgrano era usada como bandera
de enganche con la divisa: Provincias
Unidas “bajo el amparo de la Inmaculada Concepción”, cuyos colores son los
de esta advocación mariana que se celebra con feriado nacional el 8 de
Diciembre. Historiadores como Corvalán Mendilaharzu sostienen con fundamento
que esos colores fueron elegidos como los más aptos, por su simbolismo mariano,
para lograr la adhesión del pueblo argentino a la nueva insignia y a la causa
independentista.
Asimismo, para dar la batalla de Tucumán, a
instancias de prominentes tucumanos y salteños,
el Gral. Belgrano encomendó a la
Virgen de la Merced la suerte de la lucha obteniendo el histórico triunfo sobre
las fuerzas del absolutismo peninsular, que dio nuevos bríos a la gesta que
culminó en la Independencia. Dada la
percepción colectiva de la ayuda de la Virgen, en ese día de su festividad, le
entregó el bastón de mando designándola Generala del Ejército Argentino con
aplauso de todos.
Estos pocos ejemplos de los que podríamos
citar muchos más en todos los tiempos muestran que el pueblo argentino siempre mantuvo ese patrimonio de ideas y valores
heredado de nuestros mayores.
Así lo hicieron ilustres prohombres como
Castro Barros, representante de La Rioja en el Congreso de Tucumán, defendiéndolas
vigorosamente contra quienes querían borrar nuestras raíces cristianas.
Es importante tener presente ese fondo de
cuadro hoy en día en que los argentinos asistimos
desconcertados a una serie de reformas e intentos de reformas, como la que
nos ocupa, no deseadas por la mayoría, porque atentan gravemente contra esas
esencias tradicionales, que nuestros
mandatarios, excediendo el límite de sus mandatos, se proponen imponer. (continúa próximamente)
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