jueves, 12 de julio de 2012

Estirpes argentinas por el bien común: Echagüe y Andía: salvó a Santa Fe haciendo revivir el espíritu de los pioneros

Estimados amigos:

Queremos contarles algo de don Francisco Xavier de Echagüe y Andía (1692-1743), que a costa de esfuerzo e hidalguía logró salvar una ciudad pilar de la Argentina.


Allá por mediados del siglo XVIII, aunque cueste creerlo, la hoy pujante Santa Fe estaba a punto de desaparecer. Sus pobladores se iban dispersando en busca de horizontes menos duros y más promisorios, rumbeando hacia la Bajada del Paraná, donde se iba bosquejando la que un día sería capital de Entre Ríos.


Las tribus del Chaco, entre ellas abipones, payaguás y guaycurúes, se cebaban sin piedad sobre sus embarcaciones, comercio, chacras y estancias, y la sensación diaria de pobladores criollos e indios era de extremo peligro. El Padre Chomé, misionero jesuita, describe crudamente cómo cabalgaban con mortal maestría, moviéndose a uno y otro lado del caballo para protegerse y mejor atacar, y dando alaridos paralizantes, cuando lograban la víctima, le cortaban ipso facto la cabeza atándola a la cintura como macabro trofeo.


A esto se sumaron 18 años de sequía, cuenta Gianello, que engendraron la “peste del polvillo”, que diezmó las legendarias haciendas santafesinas.


Gracias a Dios, los santafesinos de ley no se entregaron. Les dolía abandonar el terruño y tuvieron la bendición de que surjan de su seno gobernantes con vocación de bien común. El hombre hacía la función y no viceversa, y gobernaba como “caudillo” y “patriarca”, padre heroico que velaba por todos (Gianello).


Así fue Echagüe y Andía. Se crió oyendo hablar de Santa Fe y sus problemas pues su padre, un noble vasco-navarro, que formara su hogar con su madre, Da. María Márquez de Montiel, había terminado sus días luego de 8 años como teniente de Gobernador honrado y respetado, sostén de las misiones en que los doctrineros evangelizaban y civilizaban al aborigen. Entre tanto, las tribus levantiscas infiltraban las poblaciones indígenas cristianas incitándolas a sacudir por la fuerza la potestad de las autoridades.


En aquellos tiempos, un jovencito argentino de 10 años ya empezaba a prepararse para ayudar en la defensa, y a los 15, como Echagüe y tantos hijos de vecino, integraba la milicia capitular. El fue ascendiendo por sus méritos y antecedentes familiares, y el Gobernador de Buenos Aires le confió misiones al mando de las escasas fuerzas militares disponibles. Su valor y buen desempeño le valieron un premio que hoy no muchos aceptarían: ser Teniente de Gobernador, como su padre, de una ciudad sobre la que una extraña fatalidad parecía haber descargado sus furias.


Hijo de la tierra, conocía los senderos y escondites, y los hombres que la habitaban, los que luchaban por ella y los que la desolaban. Al embate aparentemente invencible del salvaje le opuso una acción sistemática defensiva y ofensiva inesperada, atacándolos sin descanso a la luz de la luna, al romper el alba, en parajes perdidos en los que se creían a salvo.


Obtenido el triunfo decisivo, no abusó de él e intentó el imposible de tratar formalmente la paz.


Imaginemos las dos escenas. La población de la ciudad, esperando anhelante, velando, lista para repicar las campanas en acción de gracias o para ensayar la quizás última defensa. Y la de Echagüe y Andía, con su pequeño ejército, engrosado con animosos mozalbetes a caballo para que parezcan más, avanzando circunspecto hacia la toldería.


Los indios no quisieron parlamentar del lado hispano-criollo. ¿Qué hizo entonces? Se jugó el todo por el todo. Acompañado sólo por un lenguaraz, se acercó a los caciques y se sentó en medio de ellos sobre un quiyapi… ¡Cuántas ideas habrán desfilado por su mente! ¿…su cabeza cortada y los indios bailando alrededor y tomando aguardiente? Antes de cada empresa la confiaba a San Francisco Javier, patrono jurado de la defensa luego de la victoria de 1718.


Un cacique se levanta y pone la mano sobre el corazón de Echagüe. Quiere ver si tiene miedo. Lo encuentra sereno y señor de sí; corre por los jefes un sentimiento de admiración. Finalmente, capitulan. Los indios se comprometen a vivir cristianamente y en paz, a respetar al poblador pacífico que trabaja su tierra con su familia y su gente, a que cesen los asaltos y las muertes…, augurando un futuro mejor para todos.


Se dirigen criollos e indiada a Santa Fe. Repican las campanas, hay acción de gracias en la Iglesia, el Teniente –sin descuidar, con precaución, la defensa- se comporta como un caballero leal y costea, de su peculio, agasajos a sus nuevos amigos y súbditos de Su Majestad católica. Les presenta al Padre Burgés, que será su amigo y apóstol. La Compañía de Jesús y la casa de Echagüe serán de ahí en más punto de reunión de los naturales que, en lugar de destruir Santa Fe le aportan su sangre, su excelencia ecuestre y su coraje. Elementos que, fusionados con cualidades afines de los pobladores, brillarán después en las hazañas del guerrero santafesino de los tiempos de la Confederación Argentina.


Que el ejemplo de Echagüe contribuya a reedificar la patria, tan necesitada de valores y de varones como él…





Algunas fuentes consultadas: Leoncio Gianello, “Historia de Santa Fe”, ed. Plus Ultra. Vicente D. Sierra, “Historia de la Argentina” (t. 1700-1800) - “Estampas del Pasado”, José Luis Busaniche, t. I, Hyspamérica: transcribe una importante carta de los cabildantes santafesinos sobre la obra de Echagüe –


INVITACION: queremos difundir historias de personas y familias que contribuyeron a edificar la patria prestando servicios al bien común, dando buenos ejemplos y buena formación a sus descendientes. Si desea contribuir a esta acción cultural, tan necesaria en estos momentos, envíenos su texto en formato word (no más de 900 palabras).
CONVOCATORIA A LAS FAMILIAS FIELES A LA TRADICION: Salta, 29 de agosto de 2012 - Reunión de familias argentinas por el bien común: I Parte: conversación-debate sobre una sociedad de acuerdo a las enseñanzas del magisterio pontificio. II Parte: exposiciones breves sobre pequeñas y grandes historias amenas y formativas.
civilizacioncristianaymariana@gmail.com

No hay comentarios: