Un pueblo que se enorgullece de sus raíces no puede aceptar que se desnaturalicen las bases de la sociedad, como son el matrimonio, la familia y la paternidad como siempre las hemos entendido.
¿Acaso no cuentan para nuestros legisladores y gobernantes las creencias y valores de las multitudes que espontáneamente se congregan para expresar su adhesión a las seculares tradiciones y devociones en honor de la Virgen de Luján, en las festividades de N.S. del Valle de Catamarca, en el Tinkunaco riojano, en la renovación del pacto de fidelidad al Señor del Milagro? Cuando el pueblo tenga en claro que un sector de quienes dirigen el país lo quiere llevar a romper el pacto de fidelidad admitiendo la destrucción de la paternidad y la familia, ¿lo aceptará?
Hay en el Noroeste grupos de promesantes que caminan cientos de kilómetros para expresar una Fe que se transmite de generación en generación, (cf. Agustín Usandivaras, Director de Pro Cultura, “La Fe baja de las montañas”, 11 de septiembre de 2012, versión online).
¿Hay algún fenómeno social, político o aún deportivo o artístico que congregue 800.000 o más personas y que lleve a ese grado de dedicación? ¿Es lógico ignorar a estos cientos de miles, o millones de argentinos que se congregan para expresar su “pacto de fidelidad” conforme sus ideas y creencias católicas? ¿O es que sólo cuentan a la hora de legislar las ruidosas minorías refractarias a la identidad cristiana, que quieren abolir el matrimonio y la familia para dar rienda suelta a sus caprichos, desvaríos y desenfrenos, aunque desgarren al País?(continúa próximamente)
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