El Coronel Nicolás Dávila, de aristocrática presencia y gran capacidad de acción
condujo exitosamente "la flor de la juventud riojana" en la Expedición Auxiliar a Chile. El 12 de febrero de 1817 ejecutó la toma de Copiapó (fotografía inédita - gentileza de sus descendientes, familias Larguía y Gordillo Dávila, de Nonogasta, La Rioja)
Nicolás Dávila:
Breve cronología de un Patriarca, Guerrero y
Estadista
Elena B. Brizuela y Doria
Sañogasta, febrero de 2013
SUS PADRES, SU BAUTISMO Y SU APELLIDO
En el libro
correspondiente a asientos de bautismos de los años 1785-1805, de la Iglesia Matriz de La Rioja, dice textualmente:
“En la ciudad de la Rioja en veinte y Nuebe días
Del Mes de Agto. de mil Setecientos
ochenta y seis años Yo el cura y vicario interino Mtro. Juan Franco. del Moral,
Puse oleo, y crisma a Nicolás que nació el día catorce De Abril, en cuio dia por
mi fue bautizado hijo de Franco. Javier de Brizuela y de Dña. Rosa del Moral y
para que conste lo firmé
Mtro. Juan Franco. Del Moral” (firma)
Sobre el margen izquierdo dice: “Nicolás
Brizuela del Moral”.
A diferencia del sacerdote, los
historiadores consignan como día de nacimiento el 6 de enero. Su padre fue don
Francisco Javier de Brizuela y Doria, el Vínculo o titular del Mayorazgo de San
Sebastián de Sañogasta; su madre, María Rosa del Moral y Andrada. A don Nicolás
le correspondía el apellido “Dávila”, como a nueve de sus diez hermanos que
venían heredándolo del abuelo paterno, José María Dávila, marido de doña
Petronila de Brizuela y Doria; mientras que el undécimo hermano, el mayor
-Ramón-, debía firmar “de Brizuela y
Doria”, como su padre y todos los Vínculos antecesores, por ser heredero del
Mayorazgo. Esta era una cláusula común en los mayorazgos tendiente a perpetuar
la trayectoria de las familias, y que los descendientes debían cumplir y lo
hacían con obediencia filial, siguiendo la manda impuesta por los fundadores
Pedro Nicolás de Brizuela y Mariana Doria, abuelos de Nicolás en cuarto grado.
INFANCIA Y JUVENTUD
Las vivió y se formó con su familia en
Sañogasta, en la “casa 14”,
al lado de las célebres vertientes del actual Parque, según el censo fechado en
1810 llevado a cabo por el Párroco del Curato de Famatina, Padre José Ortíz de
Ocampo. La casona de la
Hacienda de San Sebastián de Sañogasta estaba dotada de
corrales, granero, viñedos, bodega, fundición para minerales, fábrica de
pólvora, dependencias necesarias para la vida familiar y productiva, y demás
actividades propias.
En la antigua “Casa de Loreto”, en Córdoba,
según los archivos, con sus hermanos Ramón y Miguel estudiaron y consolidaron la educación
recibida en el seno familiar.
CASAMIENTO, NUEVA RESIDENCIA Y ERECCION DE LA IGLESIA DE NONOGASTA
El 25
de junio de 1810, en la ciudad de La
Rioja, contrae matrimonio con María Vicenta Gordillo y Castro.
Se traslada a vivir en el pueblo de su mujer, Nonogasta, donde construye su hacienda. Tuvieron cuatro hijos de prolífera
descendencia. La casa está en pie y
restaurada.
También levantó la Iglesia, y trajo de Chile
la venerada y artística imagen de San Vicente Ferrer, tan expresiva y cargada
de simbolismo de combatiente contra los errores y pecados de su época, dando
origen a la tradición religiosa actual, que arraigó con fuerza.
ACTIVIDAD POLÍTICA Y MILITAR
Después de la separación de España, libres
del absolutismo borbónico y adoptada la forma republicana, hubo inestabilidad por las permanentes contiendas
entre caudillos regionales, prohombres de arraigo y adeptos a las nuevas ideas
de la Revolución Francesa
que conspiraban en la ciudad. Los señores de rasgos patriarcales cumplían un
polifacético papel, de características ciudadanas y rurales, de salón y
guerreras, intelectuales y mercantiles, con innato sentido de autoridad y
capacidad para dirigir, organizar, proteger a los más débiles y a las familias
que trabajaban en sus campos. Cuando las
circunstancias lo requerían, se armaban militarmente; eran vistos como una
garantía del orden y la estabilidad. Don Nicolás fue uno de los personajes de
la aristocracia criolla proyectados a una situación de preeminencia. Así es
como lo encontramos:
Desde el 10 de febrero de 1811 -con 24
años- forma parte de la
Junta Subalterna, con Francisco J. de Brizuela y Doria e
Inocencio Gordillo; esta gestión gubernativa trajo ventajas por la aplicación
de normas más adecuadas a la idiosincrasia y progreso de La Rioja, aún dentro de una
libertad limitada, porque dependía de la Superintendencia
de Córdoba; la Junta duró hasta que en 1812
se creó el cargo de Teniente de Gobernador -consigna M. Bravo Tedín en su “Primera
Selección” de “Efemérides Riojanas”, 1992.
En 1812 es Alcalde de primer voto en el Cabildo
riojano.
En 1815 conforma el grupo de propietarios
de minas del Famatina.
Era ya Comandante de Armas en la Capitanía de Famatina, con asiento en Anguinán, cuando a fines de
1816 recibió la orden del Gobernador Martínez, de organizar dos escuadrones que
integrarían la campaña libertadora de San Martín a Chile; debía estar lista a
mediados de enero, ¡vaya apuro! Nuestro hombre sería el Segundo Comandante
-aunque se ocuparía de todo- y el primero Francisco Zelada, que se le uniría en
Guandacol, con doce más.
Trabajó con ahínco, y tuvo valiosa ayuda.
Venidos de Los Llanos, 200 hombres al mando de su Comandante de Armas Fulgencio Peñaloza (tío del Chacho), se
sumaron a los 120 locales. Los oficiales, entre ellos su hermano Miguel Dávila,
el valeroso chileno Manuel Larrahona, y muchos otros, “la flor de la juventud
riojana” según expresión del propio don Nicolás; criollos, mestizos y algunos pocos
indios, pardos y morenos formaban las filas de la expedición.
Partieron de Chilecito el 16 de enero de 1817,
de la antigua Iglesia de Santa Rita “luego de oír Misa”, dice la tradición oral.
Otros muchos aportes de parientes, familias amigas y del pueblo en general completaron
el abastecimiento.
Del Mayorazgo de Sañogasta, además de
cantidades abundantes de pólvora “fabricada en su territorio” (conforme Zinny),
se aportaron granos y animales, y vitales recursos en la marcha por el norte de
Guandacol, “en sus puestos y fincas cedidos por don Francisco Javier de
Brizuela y Doria y su hijo Ramón” (de acuerdo a Lanús).
Asimismo, los miembros de esta familia fueron
quienes fundieron los “primeros cañones argentinos”… “para luchar por la
libertad”, “en Famatina” -según escriben en sus respectivos libros el Coronel Roque
Lanús y Antonio Zinny; Famatina era entonces el nombre de la Capitanía a la que
pertenecía Sañogasta. Los autores
citados no consignan si fueron usados en esta acción. (Posteriormente los
cañones les fueron tomados a don Nicolás por Facundo Quiroga, y a éste por el
Gral. Paz en La Tablada.)
La expedición y toma de Copiapó y el puerto
de Huasco fueron la mayor proeza del Coronel Dávila. Tenía treinta y un años,
¡un buen ejemplo para nuestros jóvenes de seriedad de objetivos, combatividad y
compromiso por el bien común!
La marcha fue realizada casi al mismo
tiempo que las restantes columnas de la
campaña y, según Zinny, constituyó “el primer triunfo de la patria”. Las seis
columnas habían salido de diferentes puntos ubicados a lo largo de 800 kilómetros de la Cordillera de Los Andes,
contribuyendo al proyecto del Libertador de tomar cinco provincias chilenas el
12 de febrero de 1817; las dos que partieron de Mendoza se unieron al mando del
General para entrar en Chacabuco.
Dice Lanús que en la columna riojana Dávila
fue “…la figura más destacada…, presidió en Copiapó y El Huasco todas las
decisiones políticas… y también fue quien ocupó militarmente las Villas”. “A la
prudencia, habilidad y discreción de Dávila fue confiada tan delicada tarea; sus
condiciones personales y su educación constituían de por sí una garantía de
éxito, contaba con muchas vinculaciones
en Copiapó, lo que facilitaría su cometido”. A esto agrego que su coraje y combatividad, puestos
al servicio de un alto ideal, fueron méritos invalorables.
DESPUES DE LA GRAN
HAZAÑA
La
Rioja demostró su capacidad de acción con buenos
dirigentes y buena disposición de los ciudadanos. Pero no en todo momento fue
así. Vivió, antes y después, años difíciles, de confusión, intrigas, contiendas
políticas y situaciones de inestabilidad.
En 1815 el Cabildo, basado en seculares
tradiciones del período hispánico, la declaró “Provincia Autónoma” bajo la
gobernación de Ramón de Brizuela y Doria. Pero después de dos años de
recuperada por ese acto la autonomía de que gozara hasta la arbitraria creación
de Intendencias (1782), el Congreso nacional la volvió a poner bajo la
jurisdicción de la
Intendencia de Córdoba del Tucumán.
Con Francisco A. Ortíz de Ocampo como
gobernador de La Rioja
se concreta definitivamente la autonomía riojana.
Este importante logro se dio, sin embargo,
en un período que Armando Bazán califica de “tumultuoso”. Fue caótico, y en él sus
rivales ideológicos sufrieron allanamientos, embargos, prisiones, engrillamientos,
calumnias y saqueos en sus casas, como la de don Nicolás en Nonogasta (conforme
relata Joaquín V. González en “Mis Montañas) y de sus familiares en Sañogasta
(de acuerdo a las Memorias de Isora Ocampo Dávila). El Gobernador Ortiz de Ocampo es depuesto por
Facundo Quiroga; unos dicen que “instala” en el gobierno a Nicolás Dávila,
otros escriben que fue “popularmente electo”. Lo cierto es que permanece de 1821 a 1823 -“toda una proeza en épocas tan turbulentas”,
según el historiador Bazán. En su gestión procuró resolver las penurias
financieras de La Rioja
instalando la Casa
de la Moneda
en Nonogasta, usando las pastas de la plata extraídas del cerro Famatina. Lo
logró por su tenacidad, el apoyo del Dr. Castro Barros desde su Diputación y la
autonomía de la provincia.
Otro progreso fue el impulso a la
olivicultura en los pueblos de La
Costa de Arauco.
Las relaciones con el Comandante de Armas Facundo
Quiroga no eran buenas, y los desencuentros se profundizaban... Ambos se
armaron. Continuando con la tradición, Dávila fabricó más cañones. Trasladó el
gobierno a Nonogasta.
Marzo de 1823 fue movido y nefasto; la Sala de Representantes pidió cuentas
a ambos contrincantes; el Gobernador no respondió; fue depuesto e hizo caso
omiso. Envió con tropas a su hermano, quien se encontró con Quiroga a pocas
leguas de La Rioja;
se trabaron en un “combate personal” ambos jefes. Miguel Dávila hirió a Facundo
de un lanzazo en una pierna e inmediatamente,
viendo que su jefe llevaba las de perder, la soldadesca lo mató sin asco. Se conoce el
hecho como la Batalla
de “El Puesto”. Significó la caída de los Brizuela y Doria-Dávila: Miguel
muerto, Ramón y Nicolás prófugos…
Quiroga toma el gobierno.
Una cuestión para debatir en otro momento:
los que muchos historiadores presentan con simplismo como “unitarios” fueron
los primeros promotores de nuestra autonomía, y sus perseguidores “federales”
que ejercieron el centralismo a nivel provincial y nacional. (Nota: no pocos autores
se plantean hasta qué punto Rosas y Quiroga fueron auténticamente federales).
Pero…Nicolás no era hombre para permanecer
en las sombras; aparece constantemente, con sus congéneres, impulsando,
inspirando o conspirando.
Está nuevamente en el ruedo en 1854 siendo
Ministro General de Francisco Solano Gómez.
¡NOVENTA AÑOS!
Don Nicolás Dávila, uno de los grandes héroes
riojanos, vivió noventa años de manera plena y prolífera. El 20 de mayo de
1876, Dios le llamó a rendir cuentas de
los talentos que le dio, de sus actos, sus luchas y sus obras. Descansa en paz
en Nonogasta; la bóveda que ocupa, por estar él allí, es Monumento Histórico
Nacional.
Fue un verdadero patriarca, estadista y
guerrero de la
Independencia, que supo y pudo ganar un importante lugar en
la historia.
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