La Fundación Argentina del Mañana invita a sumar su nombre en el mensaje de solidaridad que desde la Argentina enviamos a Su Santidad Benedicto XVI. Vea http://www.fadm.org.ar/ En las últimas semanas el Santo Padre ha sido blanco de una odiosa campaña de ataques a pretexto de abusos cometidos por sacerdotes contra menores de edad, que el Papa se ha esforzado notoriamente en investigar, castigar y reparar.Con el apoyo pernicioso de ciertos sectores de la prensa y de grupos que se ufanan en atacar todo lo que se refiere a Dios y a la Iglesia, este verdadero "tsunami publicitario" busca ultrajar la santidad y la dignidad de la Cátedra de Pedro, para minar la influencia de la Iglesia en la sociedad.Por eso propongo que envíe su nombre en apoyo y desagravio en este mensaje impulsado por la Fundación Argentina del Mañana. El texto completo está en http://www.fadm.org.ar/Después de incluir su nombre, comparta también ud. su solidaridad con el Santo Padre e indique, por lo menos, 4 amigos para fortalecer este acto de apoyo a la Iglesia y al Papa.Gracias por asumir este derecho de nuestra conciencia y esta necesidad de nuestra honra.
A continuación presentamos el texto del mensaje:
Ubi Petrus, ibi Ecclesia
“Donde está Pedro, allí está la Iglesia”
Desde Argentina enviamos un Mensaje de Solidaridad
a Su Santidad Benedicto XVI
A Su Santidad Benedicto XVICiudad del Vaticano
Beatísimo Padre,
Los firmantes, católicos argentinos, de rodillas ante vuestra Sagrada Persona, venimos a presentar a Vuestra Santidad nuestra profunda y sincera solidaridad ante las viles calumnias y torpes ataques de los que ha sido víctima en estas últimas semanas.
Con una hipocresía que tiene pocos antecedentes en la Historia, los mismos intelectuales, líderes políticos y órganos de prensa y televisión que sistemáticamente destruyen la inocencia de nuestros niños y adolescentes — por la difusión incesante de pornografía y la promoción de una cultura en la cual “es prohibido prohibir” — hoy se rasgan las vestiduras delante del abuso sexual de menores practicado por un cierto número de sacerdotes y religiosos indignos. Peor aún: tales corrientes llamadas “avanzadas”, ¡osan culpar por esos abusos innobles a la propia Iglesia, la cual, por su incesante predicación de la moral evangélica, no solamente irguió al mundo pagano del lodazal de una corrupción moral desenfrenada, sino fue el baluarte de la virtud de la pureza a lo largo de veinte siglos!
¿Qué autoridad intelectual y moral tienen tales agresores para exigir la abolición del celibato eclesiástico,— ellos que glorifican la promiscuidad sexual desde la más tierna edad; ellos que distribuyen preservativos a niños, incitándoles a practicar el “sexo seguro”; que corrompen almas inocentes con sus “clases de educación sexual” pautadas por una visión hedonista y disoluta de la sexualidad; y que promueven las relaciones homosexuales, a punto de desear disminuir la edad legal de consentimiento para las mismas?
¿Acaso los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos no son, en su inmensa mayoría, casos de homosexualidad con adolescentes, o sea, precisamente actos que esos mismos intelectuales, líderes políticos y órganos de prensa favorecen? ¿Ellos, que ahora atacan a la Iglesia y a vuestra Sagrada Persona?
Santo Padre, los iberoamericanos somos un pueblo intuitivo que sabe leer el fondo de los corazones: no nos dejamos engañar por las falacias del creciente estruendo publicitario que, en la persona del Papa, en verdad procura derribar al estandarte que empuña; o sea, la bandera inmaculada de las enseñanzas morales de Aquel que es, para la humanidad entera, “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Los promotores de la ofensiva publicitaria quieren evitar que nuestros contemporáneos, desengañados de las falaces promesas de felicidad atea de los heraldos de la “modernidad”, vuelvan su atención a la enseñanza tradicional de la Iglesia, incluidas vuestras oportunas denuncias de la “dictadura del relativismo” que, en nombre de la idolatría del hombre, apunta a eliminar cualquier freno a la libertad, legalizando el aborto y la eutanasia, favoreciendo las relaciones prematrimoniales, el divorcio y el pseudo-casamiento entre personas del mismo sexo.
Los que fomentan los ataques contra Vuestra Santidad desean, en realidad, silenciar vuestra voz, porque ella se yergue para defender las raíces cristianas de la civilización occidental y para pleitear el derecho de la Iglesia Católica a intervenir en el debate público respecto a las grandes cuestiones culturales y sociales contemporáneas, a la luz del Evangelio. Lo cual contraría los planes de aquellos que, en nombre del laicismo de Estado, quieren hasta eliminar de los lugares públicos el más sagrado símbolo religioso — el crucifijo, que nos recuerda la Pasión y Muerte de nuestro Divino Redentor.
Los diseminadores de las falsas acusaciones de que Vuestra Santidad habría encubierto — en Munich o en la Curia romana — a los que cometieron abusos contra niños, paradójicamente son aquellos mismos que se indignaron con vuestra Instrucción de 2005, prohibiendo el acceso a los seminarios de candidatos con arraigada tendencia homosexual, o sea, los candidatos que tienen mayor probabilidad estadística de llegar a abusar sexualmente de adolescentes o de niños.
Promotores de la actual campaña de calumnias son también aquellos que no se conforman con el hecho de que Vuestra Santidad, cuando aún Cardenal-Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, denunció al comunismo como “la vergüenza de nuestro tiempo” y condenó la Teología de Liberación de inspiración marxista, que se propagaba en los medios católicos, y con relación a la cual, en fecha reciente, Vuestra Santidad reiteró su posición contraria, en el discurso a los Prelados de las Regionales Sur 3 y Sur 4 de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil, en visita ad limina apostolorum.
Santo Padre: nosotros, católicos argentinos, sabemos leer en las entrelíneas de los diarios e informativos, el significado más profundo del debate en curso. Y, fieles a las enseñanzas perennes de la Santa Iglesia, adherimos de todo corazón a los “valores no negociables” promovidos por Vuestra Santidad, es decir:
— la inviolabilidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural;— la sacralidad de la familia fundada sobre el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer; y— el derecho de los padres de educar a los hijos e inculcarles los principios morales y religiosos verdaderos.
Al manifestar nuestro total repudio a la innoble campaña de calumnias contra vuestra Sagrada Persona y al expresarle nuestra solidaridad, no somos movidos solamente por el sentimiento filial que anima a los fieles católicos al ver al dulce Vicario de Cristo en la Tierra atacado por las huestes del mal. Bien sabemos que Ubi Petrus, ibi Ecclesia (donde está Pedro, allí también está la Iglesia). Por eso, queremos hacer al mismo tiempo un acto de fe en la Iglesia Católica y, en particular, en aquellas enseñanzas perennes de su Magisterio que la “dictadura del relativismo” desea ver eliminados de nuestra legislación y de nuestras vidas.
Santidad, en medio de la borrasca, los corazones de millones de argentinos lo acompañarán en su valerosa defensa de los derechos de Dios y de los “valores no negociables”, con sus oraciones, con su fervor filial y con la energía que les viene del Sacramento de la Confirmación que los transformó en auténticos soldados de Cristo.Bien sabemos, Santidad, y es con dolor que lo decimos, que en este momento en que la Iglesia debería enfrentar firme y cohesa la tempestad que se anuncia, entretanto se ve debilitada en su elemento humano por la acción de corrientes que en ella se infiltraron, y que llevaron a las impresionantes lamentaciones de Vuestro Predecesor Paulo VI cuando dijo que “la humareda de Satanás” había penetrado en el Templo de Dios, refiriéndose además a un misterioso proceso de “autodemolición” en curso, después del último Concilio.
Pero tal situación, lejos de producir desánimo, vuelve aún más imperioso que cierren filas en torno de la Cátedra de Pedro aquellos que desean con toda el alma permanecer fieles a las enseñanzas evangélicas. Entre estos humildemente nos incluimos, siguiendo el ejemplo del grande y recordado líder católico brasileño del siglo XX, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Y por eso, al tomar conocimiento de esta Declaración con iniciativa del Instituto que lleva su nombre, obtuvimos la correspondiente autorización para hacerla nuestra, considerado que expresa con precisión nuestro pensamiento y el sentir de fervorosos católicos argentinos (cfr.: Instituto Plinio Corrêa de Oliveira http://www.ipco.org.br/).
Dentro de algunas semanas, con ocasión del décimo aniversario de la beatificación de la pequeña Jacinta Marto, y en el año en que se conmemora el centenario de su nacimiento, Vuestra Santidad pisará el suelo de Portugal, adonde Nuestra Señora habló a los tres pastorcitos de Fátima.
Recordaremos entonces la visión profética que la misma Jacinta tuvo en el último período de su corta existencia y que la hizo sufrir tanto:
“Vi al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas delante de una mesa, llorando con las manos en el rostro; afuera de la casa había mucha gente y unos le tiraban piedras, otros lanzaban maldiciones y le decían muchas palabras feas. ¡Pobrecito del Santo Padre, tenemos que pedir mucho por él!”
¿Está llegando esa hora? La pregunta se impone y, por eso, con los mismos sentimientos de Jacinta, pedimos a la pequeña vidente y a Nuestra Señora de Fátima que intercedan ante Nuestro Señor Jesucristo y obtengan para Vuestra Santidad señaladas gracias de discernimiento y fortaleza, con las cuales pueda dirigir la Barca de Pedro con mano segura, en medio del “tsunami” publicitario, mediante el que pretenden hundirla. Esfuerzo vano, porque sabemos que, conforme a la promesa indefectible de Nuestro Señor, al fin “portae inferi non praevalebunt” (las puertas del infierno no prevalecerán contra ella).
Al elevar a Dios esa plegaria desde lo más hondo del corazón, depositamos a los pies de Vuestra Santidad nuestros más respetuosos y filiales homenajes.
Por el Consejo de Administración de la Fundación Argentina del Mañana
Francisco José Balbiani
Teresa Gonzalez del Solar de Dufourq
Tesorero
Secretaría del Consejo de Administración
Juan Carlos Voiseau y Jardón
Presidente del Consejo de Administración
ADHESION
A Su Santidad Benedicto XVICiudad del Vaticano
Beatísimo Padre,
Los firmantes, católicos argentinos, de rodillas ante vuestra Sagrada Persona, venimos a presentar a Vuestra Santidad nuestra profunda y sincera solidaridad ante las viles calumnias y torpes ataques de los que ha sido víctima en estas últimas semanas.
Con una hipocresía que tiene pocos antecedentes en la Historia, los mismos intelectuales, líderes políticos y órganos de prensa y televisión que sistemáticamente destruyen la inocencia de nuestros niños y adolescentes — por la difusión incesante de pornografía y la promoción de una cultura en la cual “es prohibido prohibir” — hoy se rasgan las vestiduras delante del abuso sexual de menores practicado por un cierto número de sacerdotes y religiosos indignos. Peor aún: tales corrientes llamadas “avanzadas”, ¡osan culpar por esos abusos innobles a la propia Iglesia, la cual, por su incesante predicación de la moral evangélica, no solamente irguió al mundo pagano del lodazal de una corrupción moral desenfrenada, sino fue el baluarte de la virtud de la pureza a lo largo de veinte siglos!
¿Qué autoridad intelectual y moral tienen tales agresores para exigir la abolición del celibato eclesiástico,— ellos que glorifican la promiscuidad sexual desde la más tierna edad; ellos que distribuyen preservativos a niños, incitándoles a practicar el “sexo seguro”; que corrompen almas inocentes con sus “clases de educación sexual” pautadas por una visión hedonista y disoluta de la sexualidad; y que promueven las relaciones homosexuales, a punto de desear disminuir la edad legal de consentimiento para las mismas?
¿Acaso los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos no son, en su inmensa mayoría, casos de homosexualidad con adolescentes, o sea, precisamente actos que esos mismos intelectuales, líderes políticos y órganos de prensa favorecen? ¿Ellos, que ahora atacan a la Iglesia y a vuestra Sagrada Persona?
Santo Padre, los iberoamericanos somos un pueblo intuitivo que sabe leer el fondo de los corazones: no nos dejamos engañar por las falacias del creciente estruendo publicitario que, en la persona del Papa, en verdad procura derribar al estandarte que empuña; o sea, la bandera inmaculada de las enseñanzas morales de Aquel que es, para la humanidad entera, “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Los promotores de la ofensiva publicitaria quieren evitar que nuestros contemporáneos, desengañados de las falaces promesas de felicidad atea de los heraldos de la “modernidad”, vuelvan su atención a la enseñanza tradicional de la Iglesia, incluidas vuestras oportunas denuncias de la “dictadura del relativismo” que, en nombre de la idolatría del hombre, apunta a eliminar cualquier freno a la libertad, legalizando el aborto y la eutanasia, favoreciendo las relaciones prematrimoniales, el divorcio y el pseudo-casamiento entre personas del mismo sexo.
Los que fomentan los ataques contra Vuestra Santidad desean, en realidad, silenciar vuestra voz, porque ella se yergue para defender las raíces cristianas de la civilización occidental y para pleitear el derecho de la Iglesia Católica a intervenir en el debate público respecto a las grandes cuestiones culturales y sociales contemporáneas, a la luz del Evangelio. Lo cual contraría los planes de aquellos que, en nombre del laicismo de Estado, quieren hasta eliminar de los lugares públicos el más sagrado símbolo religioso — el crucifijo, que nos recuerda la Pasión y Muerte de nuestro Divino Redentor.
Los diseminadores de las falsas acusaciones de que Vuestra Santidad habría encubierto — en Munich o en la Curia romana — a los que cometieron abusos contra niños, paradójicamente son aquellos mismos que se indignaron con vuestra Instrucción de 2005, prohibiendo el acceso a los seminarios de candidatos con arraigada tendencia homosexual, o sea, los candidatos que tienen mayor probabilidad estadística de llegar a abusar sexualmente de adolescentes o de niños.
Promotores de la actual campaña de calumnias son también aquellos que no se conforman con el hecho de que Vuestra Santidad, cuando aún Cardenal-Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, denunció al comunismo como “la vergüenza de nuestro tiempo” y condenó la Teología de Liberación de inspiración marxista, que se propagaba en los medios católicos, y con relación a la cual, en fecha reciente, Vuestra Santidad reiteró su posición contraria, en el discurso a los Prelados de las Regionales Sur 3 y Sur 4 de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil, en visita ad limina apostolorum.
Santo Padre: nosotros, católicos argentinos, sabemos leer en las entrelíneas de los diarios e informativos, el significado más profundo del debate en curso. Y, fieles a las enseñanzas perennes de la Santa Iglesia, adherimos de todo corazón a los “valores no negociables” promovidos por Vuestra Santidad, es decir:
— la inviolabilidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural;— la sacralidad de la familia fundada sobre el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer; y— el derecho de los padres de educar a los hijos e inculcarles los principios morales y religiosos verdaderos.
Al manifestar nuestro total repudio a la innoble campaña de calumnias contra vuestra Sagrada Persona y al expresarle nuestra solidaridad, no somos movidos solamente por el sentimiento filial que anima a los fieles católicos al ver al dulce Vicario de Cristo en la Tierra atacado por las huestes del mal. Bien sabemos que Ubi Petrus, ibi Ecclesia (donde está Pedro, allí también está la Iglesia). Por eso, queremos hacer al mismo tiempo un acto de fe en la Iglesia Católica y, en particular, en aquellas enseñanzas perennes de su Magisterio que la “dictadura del relativismo” desea ver eliminados de nuestra legislación y de nuestras vidas.
Santidad, en medio de la borrasca, los corazones de millones de argentinos lo acompañarán en su valerosa defensa de los derechos de Dios y de los “valores no negociables”, con sus oraciones, con su fervor filial y con la energía que les viene del Sacramento de la Confirmación que los transformó en auténticos soldados de Cristo.Bien sabemos, Santidad, y es con dolor que lo decimos, que en este momento en que la Iglesia debería enfrentar firme y cohesa la tempestad que se anuncia, entretanto se ve debilitada en su elemento humano por la acción de corrientes que en ella se infiltraron, y que llevaron a las impresionantes lamentaciones de Vuestro Predecesor Paulo VI cuando dijo que “la humareda de Satanás” había penetrado en el Templo de Dios, refiriéndose además a un misterioso proceso de “autodemolición” en curso, después del último Concilio.
Pero tal situación, lejos de producir desánimo, vuelve aún más imperioso que cierren filas en torno de la Cátedra de Pedro aquellos que desean con toda el alma permanecer fieles a las enseñanzas evangélicas. Entre estos humildemente nos incluimos, siguiendo el ejemplo del grande y recordado líder católico brasileño del siglo XX, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Y por eso, al tomar conocimiento de esta Declaración con iniciativa del Instituto que lleva su nombre, obtuvimos la correspondiente autorización para hacerla nuestra, considerado que expresa con precisión nuestro pensamiento y el sentir de fervorosos católicos argentinos (cfr.: Instituto Plinio Corrêa de Oliveira http://www.ipco.org.br/).
Dentro de algunas semanas, con ocasión del décimo aniversario de la beatificación de la pequeña Jacinta Marto, y en el año en que se conmemora el centenario de su nacimiento, Vuestra Santidad pisará el suelo de Portugal, adonde Nuestra Señora habló a los tres pastorcitos de Fátima.
Recordaremos entonces la visión profética que la misma Jacinta tuvo en el último período de su corta existencia y que la hizo sufrir tanto:
“Vi al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas delante de una mesa, llorando con las manos en el rostro; afuera de la casa había mucha gente y unos le tiraban piedras, otros lanzaban maldiciones y le decían muchas palabras feas. ¡Pobrecito del Santo Padre, tenemos que pedir mucho por él!”
¿Está llegando esa hora? La pregunta se impone y, por eso, con los mismos sentimientos de Jacinta, pedimos a la pequeña vidente y a Nuestra Señora de Fátima que intercedan ante Nuestro Señor Jesucristo y obtengan para Vuestra Santidad señaladas gracias de discernimiento y fortaleza, con las cuales pueda dirigir la Barca de Pedro con mano segura, en medio del “tsunami” publicitario, mediante el que pretenden hundirla. Esfuerzo vano, porque sabemos que, conforme a la promesa indefectible de Nuestro Señor, al fin “portae inferi non praevalebunt” (las puertas del infierno no prevalecerán contra ella).
Al elevar a Dios esa plegaria desde lo más hondo del corazón, depositamos a los pies de Vuestra Santidad nuestros más respetuosos y filiales homenajes.
Por el Consejo de Administración de la Fundación Argentina del Mañana
Francisco José Balbiani
Teresa Gonzalez del Solar de Dufourq
Tesorero
Secretaría del Consejo de Administración
Juan Carlos Voiseau y Jardón
Presidente del Consejo de Administración
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El sitio "Argentina, Señorío y Esplendor" adhiere con todas sus fuerzas al mensaje de la FADM al Santo Padre, e invita a sus lectores y amigos a sumarse al desagravio a S.S. Benedicto XVI
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