Señorial monumento al fundador, Juan Ramírez de Velasco,
en el palacio municipal de Todos Santos de la Nueva Rioja - Argentina
JUAN RAMIREZ DE VELASCO, GOBERNADOR, CONQUISTADOR Y FORJADOR SOCIAL EN EL TUCUMAN Y EL PARAGUAY DEL PERIODO FUNDACIONAL
En el 419º aniversario de la fundación de Todos los Santos de la Nueva Rioja ofrecemos a nuestros lectores algunas notas extraídas de la ponencia sobre JUAN RAMIREZ de VELASCO, CONQUISTADOR y FORJADOR SOCIAL en el TUCUMAN y el PARAGUAY del PERIODO FUNDACIONAL, del Prof. Luis María Mesquita Errea, presentada en Córdoba y Salta en el año 2008.
La fundación de las ciudades históricas fue una gran epopeya que se dio en una España de epopeya, la del Emperador Carlos y su hijo, Felipe II, Señor de un Imperio fabuloso, como lo describe José L. Busaniche. Esta epopeya fue transformada en algo irrelevante y descolorido por la "historia oficial", inspirada en el liberalismo revolucionario, antecesor del marxismo y el relativismo post-moderno. Gracias a las valiosas investigaciones que de algún modo tuvieron su origen en la obra de Roberto Levillier, la nobleza y grandeza de la gesta fundacional y de sus protagonistas está saliendo a la luz. El presente trabajo aporta también una visión de la grandeza de la Casa de Austria, de su sueño dinástico expresado en la sigla A.E.I.O.U., para recordar que nuestras primeras ciudades vieron la luz en un marco de grandeza y de humildad, la grandeza de la civilización cristiana y la humildad de todo comienzo, con las primeras casas de adobe, las primeras plantaciones y cría de ganado.
Felicidades a todos los riojanos y ¡que viva La Rioja y su fundador, el caballero Juan Ramírez de Velasco!
I. EN LA ESPAÑA DEL ÁGUILA BICÉFALA
Caballero valiente y prudente qu actuaba al lado del soldado
"…valiente como el que más; prudente en sus juicios; respetuoso, justo y comprensivo; no se rehusaba a ningún trabajo de la guerra; defendía al soldado y en la guerra actuaba a su lado como un soldado más"[1].
La foja de servicios nos presenta la figura caballeresca de Juan Ramírez de Velasco, impenetrable si no la analizamos con los parámetros de espíritu de aventura y de grandeza propios del contexto histórico.
¿Y cómo era ese contexto? El del mayor imperio que vio el Occidente cristiano, aunque no llevara nombre de tal, simbolizado por el águila bicéfala de la Casa de Austria, extendida a Oriente y Occidente, al Viejo y al Nuevo Mundo, cuyo sueño dinástico expresado en la sigla A.E.I.O.U. (Austria est imperari orbi universi)[2] se hizo en cierto modo realidad con Carlos V y más aún con Felipe II -al convertirse en legítimo Rey de Portugal: Las circunstancias lo ponían en situación del mayor poderío y gloria como Señor de un Imperio fabuloso nunca visto en el mundo[3].
Un imperio católico y misional, cuyo titular era el Rey de España, pilar de la Santa Liga formada por el Papa San Pío V, cuya armada, comandada por su medio hermano don Juan de Austria, con la intervención milagrosa de Nuestra Señora del Rosario de la Victoria, infligió una histórica y decisiva derrota militar al poderío musulmán en el Mediterráneo.
Era la España de la Contra-Reforma, la de San Ignacio y Santa Teresa, dignamente representada por Felipe II, que lleva a su apogeo el impulso de su bisabuela Isabel.
Esa España emblemática y su gran Monarca deberán enfrentar el embate de la media luna del poderío turco, sumado a las influencias y oposiciones del protestantismo y de la revolución cultural humanista-renacentista.
Fundación de La Rioja (1591)
Como el Virrey Toledo y los grandes prohombres españoles, aflora en la correspondencia de Ramírez de Velasco esta frase definitoria: “si lo que se pretende es la salvación de esas almas…”, asunto que, de acuerdo al historiador jujeño Jorge Zenarruza, constituía una “obsesión” del Gobernador.
Con la misma idea princeps de establecer o consolidar el poder hispano-cristiano prestando el mayor servicio posible a los indígenas se propone refundar una ciudad en la jurisdicción de la desaparecida Londres.
No existían fondos de la Corona para costear todo lo que significaba una fundación. Por modesta que fuese, era preciso contar ante todo con pobladores decididos a radicarse en la futura ciudad, a soportar todas las carencias, a exponer su vida y la de su familia. Era necesario llevar muchísima hacienda y en especial caballos, para tener qué comer y cómo moverse. Había que organizar todo un sistema productivo, desmontando y plantando especies de Castilla que debían no sólo ser traídas de otro lugar sino aclimatarse al nuevo. Se necesitaban carretas para llevar forraje, bastimentos, herramientas, hierro, pólvora, estacas, plantines y semillas, algún mobiliario, documentos y un sinfín de cosas. Y para todo era necesario dinero, ya que la población debía ser sostenida por alguien hasta que comenzara a funcionar el ciclo agrícola-ganadero a inaugurarse.
Quien aportó los fondos para una empresa de bien común de la que esperaba lograr legítimas ganancias materiales, fue el Capitán Blas Ponce, conquistador con vasta experiencia en la región, venido con Pérez de Zurita. Firmó Capitulaciones con el Gobernador Ramírez de Velasco por las cuales se comprometía a sostener la ciudad durante cuatro años, obligándose a gastar una suma no inferior a seis mil pesos por cada año, para, entre otros destinos, pagar el salario de los soldados y la limosna al sacerdote.
A cambio de este aporte imprescindible, se le concedían importantes privilegios. Era sin duda un benemérito, ya que su aporte permitía crear un nuevo foco civilizador y evangelizador, que arriesgaba su capital por compartir los propósitos y con la expectativa de importantes rendimientos.
LA FUNDACION DE LA RIOJA: Gran acierto, gran esfuerzo, promisorios resultados
En camino hacia Londres, con el esfuerzo ímprobo de ir “talando montes y haciendo caminos”, donde sólo existían sendas en el mejor de los casos[4], se entera Ramírez de Velasco de la existencia de poblaciones indígenas al E del cerro que un día llevará su nombre. Se orienta hacia Sanagasta y Yacampis, donde tiene contacto con los indios lugareños.
Un prohombre liberal decimonónico no tuvo reservas en expresar su sentimiento de “asco” por el indígena. Para Ramírez de Velasco, al contrario, los indios que había encontrado eran “gente gallarda y bien vestida”. Dio un rebato o simulacro de ataque tomando algunos prisioneros, considerando que, ante la desaparición de Londres, era necesario hacer una demostración de fuerza. Pero no tardó en ponerlos en libertad, ordenando que nadie se atreviese a quedarse con objetos de los indígenas, “por que los naturales entendiesen que no se venia a hazerles mal sino bien”.
Como se acostumbraba en la sociedad orgánica, muchas decisiones eran participadas, especialmente con las personas más caracterizadas, de mayor jerarquía y experiencia. Así, luego de recorrer personalmente la zona de Yacampis con los futuros pobladores, encontraron el lugar adecuado para fundar la Ciudad de Todos-Santos de la Nueva Rioja. “…y auiendo su señoría en persona buscado sitio y lugar cómodo y suficiente para fundar y poblar esta ciudad se hallo este lugar y tubo noticia y aviso no auer otro mejor y el acuerdo y boto y parecer del maese de campo blas ponce y capitanes y soldados del campo fue que su señoría poblase y fundase en este asiento la ciudad…”[5].
Consta que había llegado a la misma “con numero de setenta hombres y setecientos y cinquenta cauallos de guerra y carga y catorze carretas y ciento y beinte bueyes y mucho ganado de cabras obejas y carneros y otros pertrechos de guerra y bítualla y su señoría del señor gouernador traxo para su persona y servicio ochenta y quatro cauallos y bastimento…”[6].
No omitió el fundador dejar constancia de su homenaje a la Serenísima Reina de todos los Santos, y comentar, en su posterior correspondencia, que puso la nueva ciudad bajo la advocación de los Santos por honrarlos y cumplir con todos, porque le brindaran su protección y para honrar a La Rioja española, su terruño natal y el de su linaje paterno, donde poseyera el Infante Don Ramiro Sánchez de Navarra sus tierras y Señoríos, y donde hiciera construir la Iglesia de Ntra. Sra. de la Probática Piscina[7].
Fue ésta la ciudad que fundó personalmente y con la que mostró esa especial identificación, queriendo reproducir en suelo americano la tierra de sus padres.
Dejó constancia en el acta de fundación –áurea y venerable pieza documental- de algo que interesa mencionar, y es el hecho de encontrarse “en este valle que llaman de yacampis quatro leguas de sanagasta y diez de famatina”, yacimiento de metales preciosos conocido en el Tucumán desde remotos tiempos.
Por eso sorprende la versión difundida por algunos historiadores que no hicieron gala de criterio ni rigor científico, y acogida por autoridades poco celosas de la verdad histórica, de que Ramírez de Velasco se habría “equivocado”, creyendo estar al pie del Famatina. Es un ejemplo más de hasta qué punto se desvirtuó y enajenó nuestra historia temprana, quizás por temor a que en ella despuntasen grandes hombres y auténticos valores de civilización cristiana. Los “hombres del asco al indio”, secundados por otros más recientes, menos capaces y de visión más deformada, que adoran al indio pagano y odian al cristiano, nos legaron esta historia tuerta, que felizmente hoy se va aclarando, como una voz de la Tradición que vuelve.
Es bella la épica escena de que da cuenta el testimonio del Escribano Luis de Hoyos: Ramírez de Velasco, a quien imaginamos resplandeciente de “santa embriaguez” fundacional, recibe el símbolo de la gobernación y de la ciudad, el estandarte real, de manos de su hijo primogénito, el Alférez Mayor, y le campea tres veces “…diziendo españa españa españa y estas prouincias y ciudad de todos sanctos de la nueua rríoxa por el católico rrey don felipe nuestro señor”[8].
Un nuevo pilar de la Argentina fundacional estaba levantado para siempre.
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[1] NOTAS sobre “Zenarruza, Jorge – General Juan Ramírez de Velasco – un estudio para su biografía”, Jornada de Historia, Sañogasta, La Rioja, marzo de 2008, p. 1.
[2] “A Austria le corresponde imperar sobre todo el mundo”, lema atribuido a Federico III de Habsburgo, cf. “Siglos de Fe en Argentina y América preanuncian un futuro glorioso - .La formación de la civilización cristiana y mariana en nuestro suelo y su resistencia a la Revolución igualitaria (ca. 1530-1830)”, II Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civ. Cristiana, Salta, septiembre de 2006.
[3] Cf. José L. Busaniche, Historia Argentina, ed. Hachette, cap. VII.
[4] Es ilustrativo leer la desoladora descripción de los campos de La Rioja antes de Ramírez de Velasco de la pluma nada hispanista de Dardo de la Vega Díaz en su obra “La Rioja heroica”.
[5] Alejandro Moyano Aliaga, “La Rioja – Revelaciones documentales acerca de su fundación”, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1991, Testimonio del escribano Luis de Hoyos sobre la fundación de La Rioja, pp. 29 y ss.
[6] Ibid.
[7] NOTAS sobre “Zenarruza, Jorge – General Juan Ramírez de Velasco – un estudio para su biografía”, por Luis Mesquita Errea, Sañogasta, La Rioja, marzo de 2008, p. 57.
[8] Alejandro Moyano Aliaga, “La Rioja – Revelaciones documentales acerca de su fundación”, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1991, Testimonio del escribano Luis de Hoyos sobre la fundación de La Rioja, pp. 29 y ss.
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NOTA: puede solicitarse la ponencia completa de la que extraemos el presente texto a:
civilizacioncristianaymariana@gmail.com
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