martes, 7 de julio de 2009

Los vasallos deben ser fuertes pues son los brazos del Reino - "Siglos de Fe...", 11ª nota

Encuentro entre dos grandezas, la hispana y la incaica:
Célebre casamiento entre el noble español Martín de Loyola, de la sangre de San Ignacio de Loyola, y la princesa o ñusta Beatriz Clara Coya, magnífico ejemplo
de la obra que Salvador de Madariaga sintetiza así: lo que hizo España en América fue ennoblecer. En tal sentido, y pese a las tendencias absolutistas del Renacimiento, el
Virrey del Perú, Marqués de Cañete, gobernante de estos reinos del Tucumán, quería que los vasallos fuesen fuertes pues los consideraba los brazos del Reino. ¡Qué contraste con los políticos estatistas y dirigistas de nuestros días, que casi siempre tratan de empequeñecer a toda costa a quienes
no forman parte de su grupo de poder.

Continuamos presentando este ensayo de visión católica y señorial de nuestra historia, analizando en particular la influencia de la civilización cristiana y de las clases dirigentes en los acontecimientos - 11ª nota -

Encanto hispano-indígenaAsí se va formando la Argentina hispano-indígena… Florece la originalidad y fuerza del arte colonial mestizo en la gracia de los Angeles Arcabuceros, en las macizas torres de las capillas quebradeñas, en los nombres de lugares, llenos de poesía, donde se entremezclan las voces castellanas con las de los juríes, diaguitas y comechingones.
La Argentina: Tierra de plataLas historias de la Sierra de la Plata y del Rey Blanco hacen soñar a los conquistadores e ir en pos de ellas. De aspiraciones envueltas en la niebla dorada de la fábula va asomando el nombre de la Argentina. El afán de “haber riquezas” se entremezcla con el atractivo de la excelencia de los metales. El río de Solís se transforma en la promisoria vía del Río de la Plata.
El nombre de la patria nace de ese sueño, preanunciado en la Argentina y Conquista del Río de la Plata, de Barco Centenera. El encanto del timbre bautiza a La Argentina manuscrita de Ruy Díaz de Guzmán.
La aristocrática marca distingue a un país de armónicos contrastes, contorneado por una muralla nevada que roza los cielos, y un río que desemboca majestuoso en el océano; una quebrada de coloridas cumbres, sombreada por nubes que parecen ciudades, y una tierra de fuego erizada de antárticos hielos magallánicos.
La sociedad ennoblecida - El gobierno del MarquésEn el mundo hispanoamericano florece la sociedad orgánica y familiar (ver nuestra ponencia sobre La Civilización Cristiana, Mariana y orgánica de la Argentina auténtica).
En Lima el Marqués de Cañete, Virrey del Perú, pasea a caballo sin guardias ni escribientes, y se detiene a conversar con la gente. Regala un género, que la Marquesa le ha traído de España, a un armero, porque lo ve trabajando en traje de gala, para que se haga uno de trabajo. Y además lo trata de pariente, por apellidarse Mendoza, como él.
El Virrey representa al Rey, que es padre de sus vasallos, como lo documentan las Reales Cédulas de Felipe II en el Archivo de Charcas, que mandan a determinados fulanos olvidadizos volver a España “a hacer vida con su mujer”.
Desde su palacio, el Marqués de Cañete ve el duelo de dos nobles espadachines y su coraje lo admira. No permite que los encarcelen y se aboca el caso como Justicia Mayor del Virreinato. Los “arresta” en una posada donde son bien atendidos hasta curar de sus heridas. Les envía barras de plata en premio de su gallardía. Finalmente, los reúne y los reprende suavemente, volviéndolos amigos.
Como Isabel la Católica con las niñas nobles pobres, educan en palacio –él y su mujer- a los hijos de conquistadores. A veces los manda con las mejores comidas de su cocina a agasajar a sus madres. Considera –contra el absolutismo que ya se insinúa- que los vasallos son los brazos del reino cuya cabeza es el Rey, y que, como tales, deben ser fuertes (exactamente lo contrario de lo que se proponen los gobernantes de hoy…).



Los vasallos deben ser fuertes pues son los brazos del Reino - "Siglos de Fe...", 11ª nota
I

2 comentarios:

Walter E. Kurtz dijo...

Hermosa entrada.

No sé porqué me recordó lo de Don Carlos VII en la carta a su hermano Don Alfonso:

Si el país está pobre, vivan pobremente hasta los ministros, hasta el mismo rey, que debe acordarse de don Enrique el Doliente. Si el rey es el primero en dar gran ejemplo, todo será llano; suprimir ministerios y reducir provincias, y disminuir empleos, y moralizar la administración, al propio tiempo que se fomente la agricultura, se proteja la industria y aliente el comercio.

[Tomado de la linda bitácora: http://carlistas-historiaycultura.blogspot.com/2009/04/si-el-pais-esta-pobre.html.]

Saludos,

El Alférez dijo...

El valioso comentario que antecede, que mucho agradecemos, confirma algo que la mayoría de las personas de hoy no hemos conocido, prácticamente, más que por los libros y por las enseñanzas pontificias: que existieron en nuestro mundo ibero-americano gobernantes de carne y hueso buenos, que amaban a su pueblo, que servían al bien común. "Dios no muere", dijo el Presidente más católico de América, Don Gabriel García Moreno, martirizado por los enemigos de la Cristiandad. Por tanto, si la humanidad es fiel a las gracias de Dios, esos tiempos volverán. Luchemos con Fe y confianza, como nos enseñó Santa Juana de Arco:
"los hombres combatirán y Dios dará la victoria".
Cordialmente,