martes, 14 de abril de 2015

La plaza 9 de Julio le otorga a Salta su prodigio histórico

La histórica Plaza 9 de julio, con más de 4 siglos de historia





Entre aljibe y durmientes

La plaza 9 de Julio le otorga
a Salta su prodigio histórico

 Por ANDRES MENDIETA




          Los vecinos de la ciudad no encuentran repuesta desde que se adoquinó la calle Bartolomé Mitre -en las inmediaciones de galerías comerciales y el Museo de Alta Montaña- a que se encuentran dos o tres trozos de maderas sin referencia alguna de su significado.

Aquí cabe acotar que con anterioridad se había anunciado algunos importantes hallazgos registrados en la plaza mayor. En la esquina Mitre y Caseros en unas excavaciones fueron halladas urnas funerarias, hallazgos que no tuvieron la  resonancia que se debía. Algo de más de los secretos que oculta “la plaza” era un profundo pozo que servía para necesidades de los vecinos, como así un aljibe. También se conoció que había un túnel del que nada se indagó.

En 1896 la Municipalidad encaró la “reformas de ornato en el tabique y brocal del pozo” el que continuó sirviendo hasta comienzos del siglo anterior.

El aljibe que fue descubierto por obreros cuando operan para cimentar la base de la imagen ecuestre del General Juan Antonio Álvarez de Arenales –prócer de la Independencia y gobernador de Salta- y que fuera inaugurado el 26 de octubre de 1919 coincidente con el primer centenario de su fallecimiento.

Este paseo nació con la misma ciudad aquel 16 de abril de 1582, cuando el licenciado don Hernando de Lerma “mandó poner e se puso el dicho Palo, por Picota, en el dicho hoyo que así está hecho e acostumbrado en las demás ciudades de estas Provincias, Reinos y Señoríos de su Majestad en su Real nombre como mero e mixto imperio y entera jurisdicción. Donde dijo que se señalaba e señaló que fuese la plaza pública de esta dicha ciudad, y en medio de la cuadra de dicha plaza, y que de hoy en adelante para siempre jamás se nombre e llama esta dicha ciudad la Ciudad de Lerma en el Valle de Salta…”. Mas adelante, en el acta fundacional protocolizada por el escribano Rodrigo Pereira consigna puntualmente “que en dicho Rollo o Picota se ejecute justicia públicamente  contra los delincuentes y malhechores…”

            Este recreo trasunta desde hace algún tiempo lo más soberbio de la espléndida  ciudad que sintetiza su  grandeza y atracción turística  que la llevaron a ser reconocida como la “capital del norte argentino”.

Hagamos primero un poco de su historia. La “plaza” o la “plaza de armas” como se la llamaba era destinada para adiestramientos militares; lugar de tertulia de los vecinos que se juntaban para dar oídos a la lectura de pregones; los bandos del rey o del gobernador; los decretos del rey de España y de todo otro documento trascendente llegado del Consejo de Indias o de la Real Audiencia de Charcas; la realización de oficios religiosos y, entre otras cosas, como escenario para representaciones teatrales.

Además este lugar, en el periodo colonial, se utilizaba para ejecutar a criminales o a insurgentes que ponían en peligro la gestión de gobierno y, como así también a los festejos en homenaje a la proclamación de Carlos IV como rey de España.

 Cuenta Bernardo Frías que cuando se debía fusilar algún condenado la “ceremonia era imponente”.  Al parecer los vecinos se congregaban a la plaza para asistir al cruento espectáculo. “La carreta salía del cuartel, situado en los bajos del Cabildo, conduciendo  las víctimas al suplicio, sentadas en pobres sillas y confortadas en el trance por las exhortaciones de un sacerdote que, con el crucifijo en la mano trataba de consolarlos y que se conformaran con su suerte”. “Los militares –continúa Frías- no permitían por lo común que se les vendara los ojos desafiando la muerte de pie y con los ojos libres”.
  

 A la actual Plaza 9 de Julio en razón de las diversas transformaciones políticas por la que atravesó la provincia se la fue cambiando de nombre,  como la de “La Estrella”, “Uriburu”, “Urquiza”,  aunque inalterablemente el pueblo la llamaba por “la Plaza

Los durmientes
            No son pocos los que acompañan de cerca los trabajos de excavación que se desarrollaron sobre la calle Mitre entre Caseros y España para sustituir el pavimento por los adoquines. La expectativa obedece a que en la obra se encontraron durmientes.

            Aquí cabe acotar que a fines del siglo XIX los gobiernos provinciales se esforzaron por lograr la prolongación del ferrocarril cuya estación terminal estaba en Tucumán con línea provisoria hasta “Ruiz de los Llanos” y, con posterioridad, a Metán Viejo, y luego hasta “Chilcas”, hoy Juramento.

.           Durante la gestión del doctor Martín Gabriel Güemes (1886-1889) se acordó a la sociedad constituida por A. Pretzel y Cía. el derecho de construir y explotar una línea férrea denominada “Gral. Ferrocarril Sud Oeste de Salta”, en tres secciones: 1ª partiendo de la ciudad de Salta, pasará por Cerrillos, Rosario de Lerma, Chicoana, Puerta de Díaz, Viña y Guachipas, con un ramal a San Lorenzo. 2ª partiendo de Guachipas, pasará por Conchas, San Carlos, Las Chacras, El Carmen, Molinos, Churcal y Cachi, con un ramal de Cafayate a Conchas. 3ª partiendo de Rosario de Lerma seguirá la Quebrada del Toro por Puerta de Tastil hasta San Antonio de los Cobres.

 El 20 de febrero de 1889 llegó a Salta el primer tren y a los efectos de posibilitar que todos los vecinos pudieran apreciar la locomotora “La Salteña” que llegaba a cargo de Antonio Saporitti se extendió una línea especial hasta la Plaza 9 de Julio.
 Para concluir, dentro de una gran fiesta el 2 de mayo de 1905 quedó inaugurado el servicio de tranvía partiendo desde la Plaza 9 de Julio con destino a la Estación del Ferrocarril.

            Esta es la historia entre aljibe y durmientes que también conforman la historia de Salta.


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