miércoles, 4 de febrero de 2015

Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle de Calchaquí de Salta

SALTA - ESCRIBE RODOLFO LEANDRO PLAZA NAVAMUEL
 

Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta

...Un libro que merece una nueva bienvenida con esta necesaria reedición destinada a las actuales generaciones

Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta
Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta, de Carlos Reyes Gajardo
SALTA.-

Comentario de libro
Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta, de Carlos Reyes Gajardo,
296 páginas, edición facsimilar, 1938-2014.



En el marco de los actos conmemorativos por los 150 años del Colegio Nacional de Salta, tuve la satisfacción y también la gran responsabilidad de presentar la edición facsimilar del libro Apuntes históricos sobre San Carlos del Valle Calchaquí de Salta, de Carlos Reyes Gajardo. Un libro que en 1938 editó en Buenos Aires la "Unión Salteña” marcando un hito de la historiografía Calchaquí. En esa versión original, lo leí hace más de treinta años, despertando muy fuertemente mi interés por la historia y cultura Calchaquí.
Poco después he consultado prácticamente todo lo relacionado a los Valles Calchaquíes y sinceramente -como lo vengo sosteniendo hace tiempo- a este libro de Reyes Gajardo no lo ha superado nadie. Anhelaba don Carlos, que su trabajo "sirva de grano de arena para una obra de fuste, que la emprenda algún erudito y amante de este pueblo de San Carlos”, y en parte o en temas específicos, lo ha logrado, desarrollándose a partir de entonces numerosos proyectos de investigación. Aunque para ser sincero, no todos encararon la historia sancarleña desde "la erudición” y desde "el amor al pueblo”.
No obstante, lo de Reyes Gajardo es un trabajo abarcador, amplio y "estrictamente documental”, aunque su propio autor al publicarlo a fines de la tercera década del 1900 sostuvo que "no tiene la pretensión de ser completo, crítico y definitivo sobre tan vasta materia”, de ahí su modesto título de "Apuntes”. Nosotros, debemos añadir, ¡vaya Apuntes! que fueron insuperables durante estos poco más de setenta y seis años.
Esta edición facsimilar, por ser facsimilar, respeta hasta el último punto y coma de su autor y, naturalmente, es lo mejor que se podría haber hecho y lo hizo su hijo Claudio, sin ayuda de terceros, publicándolo con su peculio y en homenaje a uno de los historiadores más importantes que ha tenido la región en el siglo pasado. Cualquier otro tipo de reedición, quizá, hubiese traído aparejado errores de tipeo y otros, que, por ser facsimilar, se han evitado.
Importa aquí recordar que Carlos Reyes Gajardo, nació en Angol, provincia de Malleco, en la IX Región de la Araucanía, Chile en 1901, y falleció hace ya 47 años, en Tafí Viejo, Tucumán el 29 de octubre de 1967. Durante su permanencia en nuestro país, se incorporó a la Sociedad Amigos de la Historia juntamente a otros destacados intelectuales salteños. Fue miembro de la primitiva y ya desaparecida Junta de Estudios Históricos de Salta que se integraba a la Sección Historia de la "Unión Salteña”, que a su vez era parte de la Sociedad Provincial de Fomento creada en 1915. La "Unión Salteña” funcionó en la década de 1930, formada como una organización honoraria para estudios sobre la historia y el progreso social e intelectual de la provincia. En 1938, Reyes Gajardo figuraba también entre los miembros correspondientes de la Asociación Argentina de Estudios Históricos de Buenos Aires y del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, entre otras instituciones científicas y culturales de las que fue formando parte, como la Junta de Estudios Históricos de Tucumán que algunos años más tarde integró como miembro fundador de número.
Indudablemente en este libro se advierte un método de exposición y avances poco común en los tiempos en que se publicó, incluyéndose algunos mapas, fotografías de preciado valor, dibujos, cuadros comparativos, croquis, gráficos, y varias firmas de próceres de la Independencia oriundos de los Valles.
El primero de los dieciocho capítulos se inicia, como no podía ser de otra manera, con Los primitivos pobladores del Valle Diaguita y Calchaquí: aclarando el autor que "todos los Calchaquíes eran Diaguitas, pero no todos los Diaguitas eran Calchaquíes, ya que estos últimos eran una tribu de aquellos” que ocupaban La Rioja, Catamarca y los Valles Calchaquíes. En éste riquísimo primer capítulo como en todos los que se sucederán, abundan las citas y fuentes documentales que dejan al lector con avidez para continuar informándose sobre cada punto, y a los más voraces, con ganas de indagar en material complementario.
Las fundaciones anteriores al pueblo de San Carlos (1544-1631) son abordadas en el imperdible Capítulo 2, donde los nombres de Diego de Rojas y Diego de Almagro transitan por aquellos sacrificados y heroicos tiempos. Sacrificados sí, literalmente, y no créase otra cosa. Aquel valeroso Diego de Rojas partió de la Chicoana prehispánica en el Valle de Calchaquí –donde Almagro recogió todo el maíz de los sembrados y el fruto de los algarrobos, con que los españoles hicieron miel y pan-, andando por "caminos harto dificultosos hasta llegar a una provincia, que ha por nombre Tucma” sufriendo al decir de Cieza de León, "lo inaudito del camino, de parte de los indios y de la naturaleza. El mismo capitán de la expedición, Diego de Rojas, antes de llegar al término deseado del Río de la Plata, murió por una flecha envenenada, lanzada por los indios, en tierra de los juríes”. Y así, Reyes Gajardo en este capítulo se introduce en fascinantes temas, como Chicoana en la expedición del descubrimiento del Tucumán, Las 3 Barco, Córdoba del Calchaquí, Las 3 San Clemente de la Nueva Sevilla, Nuestra Señora de Guadalupe, y La fundación de la actual Salta, con relación al Valle Calchaquí. Para luego, a partir del tercer capítulo adentrarse de lleno a San Carlos, su importancia histórica, su fecha de fundación, su ubicación, la Hacienda de don Fernando de Lisperguer y Aguirre y la Villa de San Carlos en la época de la Independencia, añadiendo aquí importantes datos sobre Molinos y Cafayate.
Uno de los temas que más apasionó a don Carlos en este libro, es la genealogía que abordó con método y abundante documentación, a partir del impecable Capítulo 4 referido a "La población de San Carlos en 1808”, continuando luego con un "Ensayo de reconstrucción genealógica de las principales familias de San Carlos, según los libros del Archivo Parroquial (1750-1850)”.
Encara esta reconstrucción, en tres troncos fundamentales: el de Aramburú, el de Lea y Plaza y el de Fernández de Córdoba. Esta reconstrucción, como genealogista, debo decir que ha sido fundamental en la bibliografía genealógica de la Argentina, donde se han tratado por primera vez familias de gran trascendencia histórica y que sin embargo, muchas de ellas hoy han quedado en el olvido. Otro de los temas que ha tratado con gran solvencia es el referido a la Independencia Nacional y su notable repercusión en el Valle de Calchaquí y particularmente en San Carlos, donde se alistó un importante número de valientes que, tal se escribe en este libro "formaron lista de honor”. En este capítulo surgen los nombres de los guerreros, oficiales y gauchos vallistos que han contribuido a la causa sagrada de la Independencia. Por supuesto, allí están aquellos hombres hoy olvidados y que de una vez por todas merecen ser recordados en justos homenajes: Los comandantes Luis Borja Díaz, Manuel Ubaldo, José Remigio y Juan de Dios de Lea y Plaza, y Bonifacio Ruiz de Llanos, que junto a sus falanges de gauchos vallistos, tal expresa el autor de estos Apuntes: "los de San Carlos contribuyeron no solo con sus vidas a la noble y legítima causa de la Independencia Nacional, sino también con ayuda de dinero y otros efectos”.
Capítulos apartes se destinan a las iglesias primitivas de San Carlos (1658-1721), a la actual Iglesia Parroquial (1801-1830), a los curas, tenientes y substitutos de la Parroquia, según el Archivo Parroquial (1792-1930), los sacristanes y empleados antiguos de la Iglesia (1798-1870), y a Cosas antiguas de la Iglesia (1792-1900). Se incluyen además capítulos referentes al valor de los esclavos en San Carlos en 1700 y 1800, añadiendo inventarios y curiosos datos. Aborda, el riego en San Carlos en 1846, proyectos de obras en 1880 y realización en 1906-1907.
Otros dos capítulos que interesan a la provincia de Salta y en especial al Valle, es el 14, sobre "La invasión de la gente de Felipe Varela en Molinos y en San Carlos en 1867” y el interesantísimo Capítulo 15, referido a "Los simulacros militares en 1895” puesto que en ocasión del conflicto limítrofe con Chile, las fuerzas de la Guardia Nacional de San Carlos y Molinos, se pusieron de acuerdo para realizar simulacros de conjunto.
Se trata en este libro, los cementerios indígenas de San Carlos en el extenso capítulo 16, las coplas relativas del lugar y otros puntos del Departamento en el 17, y unas sabrosísimas Misceláneas en el capítulo 18. Añadiendo finalmente un enjundioso Apéndice Documental donde incluye documentos antiguos, relativos al Valle Calchaquí, otros sobre la Independencia Nacional, más un par de biografías de guerreros del Valle, algunos apuntes sobre irrigación en San Carlos, dos títulos de nobleza de familias locales y por último "Los apuntes de don Anastasio Córdova sobre San Carlos, en tiempo de unitarios y federales (1834)”.
En fin, un libro que merece una nueva bienvenida con esta necesaria reedición destinada a las actuales generaciones.

Por Rodolfo Leandro Plaza Navamuel, vicepresidente, director y coordinador general de publicaciones del Centro de Investigaciones Genealógicas de Salta y del Instituto Güemesiano de Salta. Diplomado universitario en genealogía y heráldica (USP-T). Entre sus libros relacionados al Valle Calchaquí, se cuentan Génesis de la vitivinicultura salteña (2008) y El señorío del valle de Calchaquí en la guerra de la Independencia Americana (2013).
Su trabajo "Cafayate. Una fundación controvertida” publicado en 2006, rescata a su fundadora y esclarece la verdadera fecha de fundación del pueblo, el cual sirvió de base para el debate sobre el tema y fue determinante para la resolución que finalmente adoptaron los convencionales de Cafayate en la Carta Orgánica Municipal y que las autoridades cafayateñas juraron el 30 de octubre de 2008, en un acto de gran significación institucional, estableciendo en el Art. 8, que es considerado el Día de Cafayate el 26 de octubre, lo que venía siendo motivo de años de absurda controversia por el desaprensivo manejo de algunos datos históricos.

EL INTRANSIGENTE - SALTA - 

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