¿POR QUE HABLAR DE ARISTOCRACIA?
Guillermo, un amigo y colega en la dura
y noble tarea de la Docencia,
acaba de recibir el programa de la
Jornada y me dice en un mail: está todo muy interesante, actualidades internacionales en temas
centrales, paneles sobre identidad e iniciativas de difusión y preservación,
propuestas de defensa de la creatividad y las libertades legítimas en distintos
campos, tradiciones de los pueblos y orígenes familiares en el Noa, actualizada
defensa científica y moral de la vida, escenas de la Cristiandad en América
pasadas y presentes, etc.
Lo que no me cierra del todo es hablar de aristocracia. Me
suena a apología de una clase privilegiada, a algo más propio de las monarquías
y los países europeos, a cosa del pasado, que no afina con la democracia, que
es nuestro sistema de vida. ¿Podrías explicarme un poco el sentido y la
oportunidad del tema?
Con mucho gusto, Guillermo, te adelanto algo sobre mi tema, un poco a las
apuradas pues estoy embarcado en las tareas de organización.
Pretendo referirme apenas a un aspecto
de todo el tema de élites dirigentes a la luz de la doctrina católica; comentaré
un trabajo de una comisión de catequesis que elaboró una Enciclopedia de temas
para tratar en homilías y formación, dirigida por el Cardenal español Herrera
Oria, que fue Obispo de Málaga.
Desde luego apunta al bien de la
sociedad de un punto de vista católico, que es el nuestro. Y recogiendo las
enseñanzas del magisterio tradicional de la Iglesia, explica qué es una verdadera
aristocracia y el bien que hace a una sociedad, en nuestros días, que puede ser
democrática, aristocrática o monárquica. Y el Cardenal da todas las razones que
lo llevan a decir que una sociedad no puede llamarse perfecta si
no existe en ella la institución de la aristocracia.
Por perfecta entiende, con Santo Tomás,
“lo que alcanza su fin”. Y explica que esa aristocracia genuina apunta a
prestar al pueblo el mayor servicio:
"Aristócratas son los
mejores", de acuerdo al sentido etimológico de la palabra aristocracia, que "lleva embebida en sí la idea de
perfección…, de virtud".
(¡Qué idea espléndida, Guillermo!, ¿no
te parece?)
… "la aristocracia (digna de ese nombre, fiel a su misión) tiene hábitos virtuosos" por los cuales sobresale.
Son virtudes fundamentales de ella "la perfección moral y el amor al pueblo".
… "la aristocracia (digna de ese nombre, fiel a su misión) tiene hábitos virtuosos" por los cuales sobresale.
Son virtudes fundamentales de ella "la perfección moral y el amor al pueblo".
Esto es algo del sentido filosófico de aristocracia. Veamos ahora el sentido teológico:
"La Teología (dice el
Cardenal) arroja torrentes de luz sobre este concepto de aristocracia… y pone
fundamentos sólidos al derecho público cristiano."
"Aristocracia es perfección. El aspirar a la perfección es un deber del cristiano:
" 'Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto' (Mt. 5,48).
"Aristocracia es perfección. El aspirar a la perfección es un deber del cristiano:
" 'Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto' (Mt. 5,48).
Este es un breve pantallazo del inicio
del trabajo que pienso comentar. Sobre la oportunidad de hacerlo, los hechos
hablan por sí mismos:
Cuando oyes a políticos que degradan la
cultura y la educación del pueblo con sus palabrotas y malos ejemplos; cuando
los medios de comunicación promocionan estilos de vida inmorales y paganos, que
endiosan a deportistas o artistas de moda, a los que hacen opinar sobre las
cuestiones más complejas como si fueran sabios griegos o premios nobel ,
creando la apariencia de una (pseudo-) clase dirigente; cuando te enteras de la
ferocidad de las hinchadas, la brutalidad y ensañamiento de los crímenes que se
cometen a toda hora y en todo lugar, la inconsciencia de modernos homicidas o
suicidas al volante, que creyéndose héroes de serie televisiva matan gente en
las calles; cuando ves al estatismo en acción, que alevosamente invade todas
las esferas de la vida privada o empresaria, por ejemplo con patotas de
inspectores que avasallan empresas, imponen precios, persiguen al ahorrista
común, ostentando un despotismo nada democrático; cuando ves la impunidad de
los que se enriquecen a la sombra del poder y el servilismo de legisladores
adictos o cómplices que imponen aberraciones legales, destruyen la familia y la vida y cercenan nuestras sanas libertades…
…te das cuenta que la sociedad necesita un cambio urgente y profundo para bien, o nos
hundimos en el caos. Es el sentido general de esta Jornada por la
civilización cristiana y la familia.
Y esa transformación sólo puede lograrse
si contamos, en primer lugar con la ayuda de Dios, y luego, entre otros elementos
fundamentales, con una verdadera clase dirigente: a eso apunta nuestra
exposición.
En la informalidad de estas notas, te
agrego algunos puntos:
Cuando los Papas como Pío XII (antes y
después del Concilio – por ejemplo Juan XXIII y Paulo VI), hablaron de Nobleza y
de élites tradicionales, no hicieron la
apología de una clase social sino recordaron que en la sociedad, de acuerdo a
los planes de Dios, debe haber en todos los sectores sociales dirigentes
auténticos, que deben ser los más capaces, los más honestos, los más dedicados,
los que tienen más sentido de los problemas que nos aquejan y que están dispuestos a sacrificarse para
combatirlos. Nuestra historia fue marcada por figuras nobles y patricias
como San Francisco Solano, cuya madre era “la hidalga” del pueblo, el ilustre
vecino prominente y sacerdote mártir Pedro Ortiz de Zárate, la esforzada María
Antonia de Paz y Figueroa, que mantuvo viva la obra de la expulsada Compañía de
Jesús, San Martín, a quien hoy evocamos, Güemes, que murió peleando en la gesta emancipadora, el Presidente ecuatoriano García Moreno, asesinado por las fuerzas secretas, y tantos
otros.
Evocando la experiencia histórica, enseña
el magisterio pontificio tradicional que
los países progresan cuando esos elementos destacados forman élites en todos
los campos y niveles, que se articulan para el bien común. Así brilló como ninguna
la civilización cristiana.
Entre esos dirigentes que tiene que
haber para que la sociedad sea “perfecta” (alcance su fin propio) deben
contarse con destaque elementos de la aristocracia, que deben hacer el
“luminoso apostolado” de ser guías, siendo “excelentes en todo”.
Hablándole a la Nobleza romana y con
sentido universal les dijo también Pío XII:
“Una élite bien podéis serlo. Tenéis tradiciones que representan valores
fundamentales para la vida sana de un pueblo.
“Convencidos de que sólo la Fe católica puede solucionar la
crisis actual, tomad a pecho abrirle camino”
Describiendo la situación contemporánea como
“una sociedad inmoral o amoral que ya no distingue entre el bien y mal” advierte que … “está camino de su
ruina” . Lo dice en general a todos los católicos, y en particular a los
miembros de las clases dirigentes tradicionales:
“os corresponde contribuir a la salvación de la convivencia humana”, como
“excelentes colaboradores de la
Iglesia, Ciudad de Dios” que, “aun en medio de las agitaciones y conflictos, no cesa de promover el progreso
espiritual de los pueblos”.
En esa línea, un lado especialmente
admirable de la misión de la aristocracia es su llamado a buscar la perfección
en todo, y de impulsar al cuerpo social hacia arriba.
Esa búsqueda de perfección lleva a las
personas y familias a mejorar en todos los campos, lo que empuja al conjunto al
verdadero progreso, en contraste con el estancamiento causado por los sistemas
anticatólicos como el comunismo y el “socialismo del Siglo XXI”, cuyos
lamentables efectos vemos en Cuba, Venezuela y todos los lugares donde el
despotismo igualitario se impone. Ese peligro corre nuestra patria…
Encontrarás desarrolladas estas ideas en
la magistral obra del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira “Nobleza y élites tradicionales análogas –en
las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana”, que
podrás consultar en nuestra mesa de publicaciones.
Termino con un pensamiento del autor del
libro, que no por nada fue llamado por el historiador italiano De Mattei, en su
biografía, “El Cruzado del Siglo XX”:
“Nada ennoblece más a una persona que
practicar fielmente la Fe
católica”. En la crisis moral y material en que estamos, es necesario que
Argentina e Iberoamérica sean fieles a su llamado de ser “continente de la
esperanza”. Hacen falta para ello personas que quieran sacrificarse para ser
dirigentes en su ambiente. Que los miembros de las familias fieles a la
tradición asuman su responsabilidad y no sean, como advierte Pío XII,
“desertores”. Es hora de luchar, de
sacrificarse, con todos los medios legítimos.
Espero tus comentarios.
Un abrazo,
L.M.E.
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