martes, 27 de marzo de 2012

El mayor tesoro de los iberoamericanos

Nuestra Señora de la Caridad del Cobre,
Patrona de Cuba
Dice San Luis María Grignion de Monfort al hablar de las Grandezas de María, que no hay un solo pequeñuelo que, al balbucir el Ave María, no alabe a la Ssma. Virgen; que no hay un pecador, por endurecido que esté, que no guarde alguna centella de confianza en ella; ni siquiera hay un demonio, en los infiernos, que, temiéndola, no la respete (cf. Tratado de la Verdadera Devoción a la Ssma. Virgen, ít. 10).
La noticia que transcribimos lo confirma: hasta los "evangelistas", los de religiones "afro" y los propios ateos piden su misericordia y confían en Ella. Y así como pasa en la infeliz Cuba, sometida a la tiranía castro-comunista, ocurre en toda Iberoamérica, y aún, mutatis mutandis, en América del Norte.
Por eso América, como dicen los Papas, es el continente de la esperanza. Importante tenerlo en cuenta en este momento en que se difunden formas claras o veladas de dictaduras anticristianas. La Virgen hará justicia con los malhechores y protegerá a sus hijos.

Foto y texto de El Mundo, edic. digital

A 20 kilómetros de Cuba, a los pies de una vieja minería de cobre ya extinta pero de la que durante cuatro siglos se estuvo extrayendo ese mineral, se encuentra el más importante centro de peregrinación de Cuba.

Es el santuario de la muy venerada Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona del país, uno de los signos más importantes de la identidad nacional cubana. Una imagen adorada por los católicos, pero también por los seguidores de la santería y otros cultos afrocubanos, por los evangelistas, por los sincretistas...

"Y hasta por los ateos", según asegura Jorge Enrique Palma Arrúe, el capellán que desde hace 17 años está al frente de esta basílica.

Benedicto XVI se convertirá hoy en el primer Papa que visitar el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, cuya imagen en los últimos meses ha sido llevada en peregrinación por toda Cuba para conmemorar los 400 años de su hallazgo.

Pero ya ayer, en su primer discurso en Cuba nada más aterrizar en al aeropuerto de Santiago, el Pontífice hizo alusión a esta virgen, asegurando que cuando hoy se postre ante ella le pedirá que guíe los destinos de Cuba "por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación".

Fue hace 400 años, cuando tres pescadores (dos indios y uno negro) que faenaban por las aguas de la bahía de Nipe, cerca de Santiago de Cuba, encontraron bajo el agua una virgen de madera con la inscripción: "Soy la Virgen de la Caridad".

La trasladaron a la localidad del Cobre, donde en seguida comenzó a ser venerada. Y hasta hoy. Cada día se calcula que acuden aquí unas mil personas para venerar a la Caridad del Cobre y, los sábados y domingos, hasta 3.000 por día.

"La gente empezó a venir en masa aquí a partir de 1994, cuando se registró el fenómeno de los balseros: venían a pedir a la virgen que sus familiares o ellos mismos llegaran sanos y salvos a Estados Unidos o a darle las gracias si lo habían conseguido. Hasta tal punto venía gente que las autoridades estadounidenses comenzaron a mandar aquí la lista de balseros cubanos que llegaban vivos, lo que desencadenó que aún vinieran más personas para saber la suerte que habían corrido sus parientes", afirma Jorge Enrique Palma Arrúe.

Es muy habitual ver en el santuario de la Caridad del Cobre, postrados de rodillas ante la imagen de la virgen, a muchos cubanos vestidos de amarillo. Porque, para los santeros, la Caridad del Cobre representa a Ochún.

Cuando los esclavos africanos fueron obligados por los colonizadores españoles a abrazar el catolicismo, lo que hicieron fue camuflar a sus propias divinidades bajo la apariencia de los santos católicos. Así, la Virgen de la Caridad del Cobre se convirtió en Ochún, una de las más importantes diosas de la religión yoruba y simbolizada por el color amarillo.

sábado, 17 de marzo de 2012

Incursión a la Argentina auténtica - La estancia de los Paz y un asado memorable - (1ª nota)

Lago San Roque - Agradecemos la gentileza de quienes
publicaron esta lindísima toma en internet




Iniciamos hoy la publicación de algunas notas sobre la Argentina auténtica, del pasado y del presente. De la Argentina del pasado, transcribimos una interesante descripción de Miguel Angel Cárcano de la estancia de los Paz, parientes del Gral. José María Paz, del estanciero patriarcal y de un gran asado señorial. El autor escribe en las primeras décadas del siglo XX.




EL GENERAL JOSE MARIA PAZ
LA VIEJA ESTANCIA
He conocido a orillas del lago San Roque la estancia que perteneció a Carlos Paz, del mismo linaje que el General. La población consistía en una casa colonial, compuesta por una sucesión de cuartos con una amplia galería sostenida por pilares de adobe y numerosas dependencias para la peonada, ramadas, galpones y corrales de palo a pique. La rodeaban frondosos paraísos, acacias, álamos y eucaliptos, durazneros, manzanos y perales. La propiedad se extendía hasta los contrafuertes de la Sierra Grande. Era un campo ondulado, con monte y excelentes pastos, con bloques de granito y feldespato, cruzado por ríos y arroyos donde se cultivaba el maíz en reducidas chacras. Don Carlos: era un ganadero que poseía importantes rodeos de vacunos, manadas de yeguarizos, majadas de ovejas y cabras, de cuyo producto vivía con holgura su familia y numerosa servidumbre. . Mi padre, cuando era gobernador, le visitaba con frecuencia. Iba a inspeccionar el camino de Las Cumbres, que hoy lleva su nombre, que comenzaba en el patio de la estancia. A menudo yo le acompañaba y muchas veces montaba los excelentes caballos serranos que tenía don Carlos. Me internaba en la sierra con la peonada que iba a: "parar rodeo" en los "come sales" a orillas de las aguadas. Desde la galería de la estancia se veía el lago San Roque y la Sierra Chica. El camino que pasaba frente a la población venía de Córdoba y continuaba hasta Cruz del Eje. El presidente Sarmiento lo había extendido hasta las provincias del Norte. Rara vez transitaba un automóvil y solo veíamos algún vehículo serrano o paisanos pobremente montados en sus magras cabalgaduras. Otras veces encontrábamos arrias de mulas que "tropeaban" mercaderías entre Córdoba y las poblaciones del oeste separadas por la Sierra Grande, cordillera dominada por el Champaquí, su más alto pico, que se extendía interminable hacia el norte.
En la actualidad esa región está intensamente poblada por caseríos, hermosas quintas y grandes hoteles de turismo, el camino asfaltado es transitado constantemente por automóviles y en el lago navegan muchas embarcaciones de turismo. Ha desaparecido la estancia de don Carlos y los grandes rodeos de ganado, los pobres paisanos y las majadas de cabras, para dar lugar a una densa edificación y población veraniega, abigarrada, movediza y ruidosa, que llega de toda la república para pasar los meses de verano. No ha variado el perfil de la Sierra Chica y la Sierra Grande que se extiende en Oriente y Occidente con su imponente muro azulado.
Don CarIos Paz era un hombre de campo habituado a las faenas rurales y el vecino más acaudalado y prestigioso de la región. Tenía una cabeza bien construida, maciza, fuerte en los pómulos y la mandíbula, la frente amplia, los ojos oscuros protegidos por abundantes cejas, la mirada tranquila e inquisidora, el cuello corto y cargadas las espaldas, conjunto varonil y atrayente. Sobrio de maneras y parco en palabras, distante y próximo a la vez; la voz baja y bien timbrada. Infundía confianza y simpatía. Su fisonomía era semejante a la del General.

Recuerdo un gran almuerzo que le ofreció a mi padre, al cual había invitado a los vecinos más importantes de la región y a muchos amigos de la ciudad de Córdoba. Muy ceremonioso, ocupaba con su señora y el gobernador la cabecera de una larguísima mesa, a la cual se habían sentado más de cien comensales, servidos diligentemente por una cantidad de "chinitas" que iban y venían con enormes fuentes cargadas de toda clase de manjares. Eran las tres de la tarde cuando aún continuábamos sentados. Advirtió cierta impaciencia en alguno de los comensales y entonces don Carlos se puso de pie y dijo:
"Se han terminado los bípedos y ahora vienen los cuadrúpedos."
Después de los pollos, patos, perdices, martinetas y pavos llegaron las fuentes con cabritos, lechones, mulitas y terneros, admirablemente cocidos y adobados, con y sin cuero, en puchero y al asador.
Ese día el gobernador inauguraba el primer tramo del camino que había construido a través de la Sierra Grande. El trayecto que se hacía en mula y el transporte de mercaderías que duraba cuatro días, se redujo a menos de ocho horas con los automóviles de 1915. Hoy se realiza en la mitad de ese tiempo.


(Texto comentado en ponencia de la VII Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana - Salta - 2011)




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VIII Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana - Salta, 31 de agosto y 1º de septiembre de 2012


En defensa de la Argentina católica, señorial y tradicional